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Escrita por: “Irene
Naridza” y “Gale Kepler”
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----- Capítulo
1: Sin Devoluciones -----
-- Escrito por “Irene Naridza” y “Gale Kepler”
Cindy estaba en un gran problema. Hace un par de días.
Estaba navegando en una página de ropa femenina y se quedó maravillada con la
cantidad de prendas lindas que había. No se comparaba en nada a las tiendas
físicas de su ciudad. No solo tenían mejores diseños, si no que tenían en todas
las tallas y distintos colores.
Comenzó a marcar cada prenda que encontraba atractiva. Pero
fue descuidada y no se dio cuenta de que en realidad las estaba agregando al
carrito. Horas después de que sus ojos se maravillaran por tan linda ropa que
nunca antes había visto. Decidió cerrar la página e ir a dormir. Si tan solo
hubiera leído el cuadro que emergió no estuviera en este lío. Pensó que era
alguna cosa sin importancia como los acuerdos de cookies, por lo que le dio a
aceptar sin pensarlo.
Al día siguiente fue que se dio cuenta de que había dado la
confirmación para ordenar toda la ropa que había marcado. Sintió que su corazón
se caía al piso y que su sangre se helaba. Al comprobar que eran más de 100
prendas y 12000 dólares, lo que se traduciría en 360000 maygels. Era una suma muy
grande. Sumado a que se había cobrado directamente de la tarjeta de crédito de
su padre que tenía registrada sin su permiso hizo que se quisiera arrancar los
cabellos de los nervios.
Revisó desesperadamente si podía devolver la ropa, pero en
los lineamentos de la página indicaba que no era posible una vez transcurridas
10 horas. Para mala suerte de Cindy ese día durmió hasta tarde. Por lo que ese
tiempo se había cumplido. Como el internet seguía siendo algo novedoso, las
posibilidades de contactar con la empresa y llegar a un acuerdo eran bastante
escasas. Respiró hondo y pensó en una forma de arreglar esto. Un par de minutos
después encontró la solución. “Venderé Todo y
así recuperaré el dinero.” Exclamó.
“Luego depositaré el dinero en la cuenta de
papá.” Continuó formando su plan.
“Él no suele revisar las
transacciones a menos que le falte mucho dinero. Por lo que nunca notará este
percance.” Cindy ya tenía su plan
por lo que sin espera se puso en marcha. Para eso llamó a su novio, Mark y a su
mejor amiga Laurent. Fueron hasta un pequeño local que era propiedad de su
familia, normalmente se lo alquilaban a comerciantes. Pero últimamente estaba
desocupado. Ahora que los padres de Cindy estaban de vacaciones en Hawái, ella
tenía acceso al lugar.
Así fue como al siguiente día. Abrieron el local y
comenzaron a vender. Estaba ella como cajera y su novio y su amiga como los que
atendían y ayudaban a los clientes. Las ventas fueron regulares. Muchas chicas
y mujeres mayores entraban y compraban algo, pero la afluencia no era la que se
esperaba. “Esto es malo, debo lograr vender todo
antes de que mis padres regresen de Hawái. O si no estoy MUERTA.” Pensó
mientras veía la caja registradora y las ganancias no superaban los 3000
maygels. (100 dólares en la moneda local)
Se puso a analizar el ambiente. Se fijó en cómo estaba
funcionando su improvisado local de ropa para intentar buscar una forma de
mejorar las ventas y notó algo. Era su novio. Las chicas que entraban se
encontraban incómodas con su presencia. Cuando él se acercaba a preguntar si
les podía ayudar en algo, estas se notaban incómodas y le respondían que no.
Fue por eso que se le acercó y le pidió que mejor fuera a la parte de atrás a
ordenar cajas. Este accedió sin más preguntas.
Cindy notó una pronta mejoría. Las chicas se notaban más interesadas en ver los productos y terminaban comprando más cosas. Además, llegó un poco más de gente. Lo que hiso un poco pesada la tarea de Lorena siendo la única atendiendo a clientes. Cindy se le sumó para aligerar un poco el trabajo. Fue un arduo trabajo, pero lograron cerrar el día vendiendo mucho. Habían hecho un total de 55800 maygels. (1860 dólares) “Está bien, pero debemos ir más rápido” se dijo a sí misma mientras ideaba un plan para mejorar las ventas.
Fue así como al siguiente día llamó a su novio un poco más
temprano al local. Ni bien llegar, Cindy lo tomó de la mano y lo llevó hacia la
parte de atrás. Allí estaba Lorena esperándolo con una caja de maquillaje en un
tocador recién instalado. “Dijiste qué harías lo
que fuera por mí. Pues necesito que te vistas de chica para que atiendas a los
clientes.” No se cortó y dijo
todo el plan sin rodeos.
“¿Qué? Lo dije, pero… esto es
un poco loco.” Respondió Mark. “Por favor. Hazlo por mí, bebé.” Cindy pidió mientras hacía ojitos tiernos. Esa
mirada fue irresistible para él. “De… de
acuerdo. Pero creo que la gente me verá raro.” Quería acceder, pero
tenía sus dudas. “No te preocupes. Un poco de
maquillaje y nadie notará que eres un chico.” Dijo Lorena. “Confía en mí, ya
verás.”
Cindy lo llevó hacia el tocador donde su amiga lo maquilló con distintos productos como; base, sombras, rubor, delineador y labial. Tardó alrededor de una hora, pero finalmente había terminado. “Mi cara se siente pesada y extraña.” comentó. “Ya te acostumbrarás. Ahora ponte esto.” Dijo su novia mientras le extendía una bolsa con todo lo que debía usar. “Deprisa. Ya mismo es hora de abrir. Debemos aprovechar cada minuto disponible.” Dijo Lorena.
Mark entró al probador que había en la parte de atrás de la
tienda. Las dudas volvieron a inundar su mente cuando vio el conjunto femenino.
No quería que nadie lo reconociera así, pero quería ayudar a su novia. No le
quedaba más que confiar en el maquillaje que le había dado Lorena. Comenzó a
ponerse la ropa que había en la bolsa. Eran unos pantis y sujetador negro con
estampado de rombos. Se pudo poner los pantis fácilmente, pero pidió ayuda para
ponerse el sujetador. Su novia entró, lo ayudó y aprovechó para colocarle dos
extraños objetos. Eran como globos de agua, pero transparentes y de un material
bastante resistente.
“Esos ayudarán a que parezca
que tienes pechos. No tan grandes como los míos, pero te verás genial.” Cindy salió del probador y Mark continuó
poniéndose el atuendo. Fueron unas pantimedias de nylon color carne. Luego una
falda negra plisada, una camisa blanca con rallas negras y por último unos
tacones de 3 centímetros. (1.18 pulgadas)
Mark salió tambaleándose un poco con los tacones y con la cara roja de la vergüenza que le daba que su amiga y su novia lo vieran así. “Ten.” Lorena le dio una pastilla amarilla. “Trágala y no hagas preguntas.” Mark obedeció y se la tragó. Era una pastilla que sabía muy raro. Fue entonces que Cindy lo tomó de la mano y lo dirigió a un espejo grande que había en el lugar.
Mark no podía creer el resultado que veía. “SOY UNA CHICA” dijo
con su nueva voz. “Genial. La pastilla funcionó.” Celebró Lorena al oír que la voz nueva voz aguda
de Mark sonaba igual a la de una chica. “¿De
dónde sacaste esa pastilla?” Preguntó
Mark despegando su vista del espejo por un segundo, antes de volver a verse a
si mismo en ese atuendo. Seguía sin poder creer el resultado.
“Eso no importa ahora. Tenemos
que comenzar a vender.” Dijo su
novia mientras lo tomaba de la mano y se dirigían hacia la parte de delante de
la tienda. “Recuerda. Ahora eres una chica.” Comenzó a explicar Cindy. “Así las clientas no se sentirán incómodas con tu
presencia.” Quitó el seguro de la
puerta y volteó el letrero para indicar que el local estaba “abierto” Cindy se acercó
a Mark para decirle lo más importante. “Di que
tu nombre es Mary. Memoriza ese nombre.” Indicó. “De acuerdo. Soy Mary”
Unos segundos después comenzaron a llegar chicas a comprar ropa. Cindy le dio un empujoncito en la espalda a Mary para que las atendiera. Ella sintió que su corazón se aceleraba cuando estaba frente a frente con ellas. Temía que se dieran cuenta. Pero recordó que estaba haciendo todo eso por su amada novia. Por lo que se tragó sus nervios y fingió serenidad mientras atendía a las chicas.
“Hola. Bienvenidas a nuestra
tienda. ¿Puedo ayudarlas en algo?” Preguntó
de forma amable. Las chicas la vieron por unos segundos. Mary sintió
escalofríos al creer que se habían dado cuenta. “Buscábamos
unas camisas con estampados de gatos.” Respondió una de las chicas. “Sí, una amiga
nuestra compró una camisa muy bonita ayer. Nos dijo que la compró aquí.” Explicó
la segunda.
“Esas camisas están por acá.
Tienen buen gusto. Todavía tenemos muchas de ellas en varios colores, tallas y
diseños.” Indicó mientras se
dirigía hacia un costado de la tienda. Les hiso señas a las chicas, quienes la
siguieron para encontrar lo que buscaban. Estas estaban tan encantadas con las
camisas que compraron más de un par cada una.
Resultó que Mary tenía cierto talento para vender. Así transcurrió el día. Cada vez llegaba más gente. Adolescentes, adultas, mujeres mayores e incluso hombres que buscaban algo para una compañera. El tráfico de clientes estaba siendo bastante mayor al del día anterior. Cindy tuvo que ayudar con los clientes que llenaban la tienda. Fue un ritmo pesado que continuó hasta la hora del almuerzo.
Todas fueron a la parte de atrás para comer un refrigerio.
Era pollo con papas y un poco de lechuga que Cindy había preparado. “Cindy. ¿En serio no había como devolver la ropa?”
Preguntó Mary mientras se quejaba por lo incómodo que resultaba usar tacones. “Sí. Lo revisé varias veces.” Volvió a explicarle. “Pero
tranquila. Ya falta poco y terminaremos de vender todo esto.” Le aseguró mientras señalaba a las cajas con
varias prendas de ropa. “Además. Recuerda. Al
final te daré tu recompensa” Le
guiñó el ojo.
“A ti también te daré parte
del dinero que ganemos con esto.” Le
aseguró a su amiga. “Muchas gracias.”
Dijo mientras comía. “Los clientes de ayer
corrieron la voz, ahora más gente sabe de este lugar, por lo que es posible, si
sigue llegando mucha gente. QUE VENDAMOS TODO HOY.” Explicó Cindy emocionada.
Con esa actitud positiva regresaron a vender. Las horas
pasaron mientras venían decenas de clientes a comprar. Estaban encantados con las
prendas y demás artículos que podían encontrar en el sitio. Cliente tras
cliente compraba varias cosas y así el local se iba vaciando.
Continuará...
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