----- La
Mansión -----
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Escrita por: “Irene Naridza”
----- Imagen Izquierda -------------------------------------
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----- Imagen
Derecha ---------------------------------------
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----- La Mansión. -----
SÁBADO 01 DE JULIO, 2005. EN ALGÚN LUGAR DE MAGLAVIR.
“Tía Tina. ¿en verdad no tendrás
nada más que pueda ponerme?” Preguntó
el niño avergonzado. “Lo siento. Elías. Pero no
tengo ropa de varón, como sabrás solo tengo una hija.” Le dijo a su sobrino mientras ataba el lazo tras
su cintura. “Ojalá Dana no se ría de mí.”
Dijo apenado. “Claro que no. ¿Por qué me reiría
de una niña tan linda?” Su prima
estaba parada en la puerta de la habitación observando como su madre terminaba
de vestir a su primo. Se notaba su tono burlón.
“Dana, cariño. No molestes a
Elías.” Reprendió su madre. “Los tontos de la empresa de mudanzas accidentaron su
camión y ahora no tendremos el resto de nuestras cosas hasta mañana.” Dijo molesta. “Elías
ya necesitaba cambiarse de ropa, pero esta estaba en ese camión. Pero
afortunadamente tu ropa vieja le queda a la perfección.”
Dana reconoció su viejo vestido rojo. Aún le quedaba, pero le habían regalado nuevos en su cumpleaños y como regalo de navidad. Por lo que pronto el vestido quedo en el fondo de su armario. Luego terminó en el ático con una etiqueta de “REGALAR” luego ocurrió la mudanza y ahora terminó vistiendo a Elías.
“Te queda muy bien.” Dijo su prima. La tía Tina sentó a su sobrino en
el tocador y comenzó a peinarlo con un cepillo. Cuando terminó le puso un
listón de flor roja en el cabello. “Listo. Ya
estás.” Hizo que se pusiera de pie frente al espejo, la cara del
pequeño se puso roja de vergüenza. “Parezco una niña.” Se quejó. “¿Por qué no me
pusiste un pantalón y una camisa de Dana?
Tiene varios que no se ven tan femeninos.” Preguntó.
“Esos también están en las
maletas del otro camión.” Respondió
su tía. “Bueno. Supongo que no tenía de otra. Pero, ¿Por
qué me pusiste las pantimedias?” Preguntó
levantando un poco la falda del vestido para mostrar sus piernas envueltas en
la prenda blanca. “El clima está como loco, se
supone que deberíamos estar en verano, pero allí tienes a las frías
temperaturas de la tarde. Las faldas y vestidos dejan demasiado expuestas las
piernas, por lo que una ayuda para abrigarlas no estaba mal.” Se justificó.
“Bueno. Aún tenía zapatos
limpios. ¿Por qué tengo que usar los botines de Dana?” Señaló los
botines negros que su tía le había dado para que se los pusiera. “Bueno. Era para que combinen con el vestido.” La respuesta extrañó al pequeño, pero no quiso
cuestionar el sentido de la moda de su tía. “Bueno ¿Y
por qué me hiciste un peinado tan femenino? Incluso me pusiste un lacito.” Preguntó mientras tocaba el lacito y se miraba en el
espejo.
“Era para que lucieras
hermosa. Sería un desperdicio que no lucieras linda con tan lindo atuendo.” Respondió mientras señalaba su reflejo. “¿hermosa? No estoy entendiendo.” El pequeño estaba muy confundido. “Mira. Solo encontré un vestido para que lo uses, pero
como solo las niñas usan vestido, no tuve más remedio que hacer que te vieras
como una.” La respuesta conectó
los puntos que faltaban en la cabeza de Elías. “¿qué?
Bueno. Creo que eso suena lógico.”
“Ahora podrás salir a jugar
afuera con Dana si quieren.” La
idea no le pareció buena al pequeño. No quería que nadie lo viese así. “NO. Prefiero quedarme dentro de casa. Es más, creo que iré a
ordenar mi habitación.” Intentó irse,
pero su prima lo detuvo. “¿ordenar? Pero si ayer
terminaste de ordenarla. Yo misma te ayude a hacerlo. ¿recuerdas?” Eso era verdad. Elías no sabía que más decir para
ocultar su pena.
“Bueno. Solo no quiero que nadie me vea así.” Confesó tapándose el rostro. “¿Por qué no? Sería una pena no lucir ese bonito vestido.” El comentario de su prima solo lo hiso sentir peor. Ella lo notó. “Tranquilo. Solo bromeo.” Dijo para tranquilizarlo. “Bueno. Me retiro a mi cuarto. Solo quiero estar solo.” Su tía lo dejó regresar a su habitación, no sin antes recordarle que no debía preocuparse, pues pronto su ropa estaría en casa.
Elías entró a su habitación, topándose con su reflejo una
vez más. “Me veo ridículo.” Dijo mientras
se retiraba a su escritorio. Tomó una historieta que tenía en uno de sus
cajones y comenzó a leerla. Era sobre su superhéroe favorito. Super Bolívar. Un
superhéroe extranjero que luchaba contra el yugo de los colonos. Elías conocía
un poco sobre la historia del verdadero Bolívar que inspiró la historieta. Era
bastante fan de él.
Estuvo bastante entretenido leyendo, una historieta tras
otra hasta que notó que ya no tenía más. Intentó buscar algo más con lo que
entretenerse. Encontró una pelota con la que se puso a jugar por un momento
hasta que eventualmente se cansó de ella. “Que
aburrido.” Estaba acostado en su cama
mirando el techo. Por mera curiosidad comenzó a palpar el tejido de la tela del
vestido. Notó que era suave, tanto al tacto como al llevarla puesta.
Sin nada más que hacer, comenzó a mover la falda del vestido como si fuera un abanico. Le pareció un movimiento entretenido, por lo que continuó haciéndolo hasta que se cansó de ello. Sintió sed por lo que se bajó de la cama, se puso los botines de nuevo y fue hacia la cocina para beber agua. Durante su camino hasta allí, pudo ver una vez más los pasillos de madera de la mansión, era de un aspecto antiguo. Le recordaba al que había visto en algunas películas.
“¿Qué? ¿Yo? Para nada. Jugar con
muñecas es cosa de niñas.” Se negó. Su prima levantó una ceja. “¿No te has visto en el espejo?” Elías recordó el atuendo que estaba usando. “Es solo temporal. Ya verás en cuanto llegue mi ropa, me cambiaré
en seguida.” Replicó, dejando en
claro su negativa. “VAMOS ELÍAS. Verás que será divertido.” Insistió su prima. “No.
absolutamente no me verás haciendo algo tan femenino.”
“Que lindo auto tienes, Daniela.” Dijo Elías imitando una voz aguda mientras movía una muñeca pelirroja, debido a su edad le fue fácil. “Oh. Gracias, Elizabeth. Fue un regalo de mi madre. ¿quieres ir a dar una vuelta?” Dana hacía lo mismo con su muñeca. “Eso sería genial. Vamos Juntas.” Dana y Elías pusieron las muñecas en el carrito de juguete. Elías lo movía mientras Dana inventaba diálogos de las muñecas. Ambos estaban pasando un buen rato de primos.
Tina estaba ordenando papeleo en su oficina. Eran archivos
relacionados a su trabajo, más temprano que tarde notó que le faltaba un par de
archivos en su escritorio. “Aug. Deben estar en
la caja que dejé en la cochera.” Mientras iba hasta allí pudo ver
como su sobrino, ahora su sobrina y su hija jugaban a las muñecas. Le dio mucha
ternura ver como estaban muy entretenidas en los escenarios ficticios
dramatizados por sus juguetes. Le alegró escuchar sus risas. “Hola mami.” Dijo su hija al notarla en la
puerta de su habitación.
“Hola, niñas. Gusto en ver
que se divierten.” Elías se
sonrojó al oír que su tía se refería a él como una niña. “Sí. Estamos jugando a que la muñeca Lucía está de
vacaciones en la playa.” Explicó
Dana. “Elizabeth también trajo sus juguetes.
Ahora Lucía está teniendo una cita con Bolívar.” Señaló al auto de juguete donde estaban ambas
figuras de acción. La figura de Bolívar se veía un poco fuera de lugar, pero
para la imaginación de los niños, todo encajaba perfectamente.
“¿Elizabeth? Valla, ese es un
lindo nombre.” Dijo Tina. Su
sobrina sonrió un poco. “Gracias. Fue ocurrencia
de Dana.” Comentó. “Sí. Elías no le
quedaba muy bien a una chica linda. Pero Elizabeth sí.” Justificó su
hija. “En efecto. Es un nombre más apropiado.
Las dejo a que sigan jugando, pequeñas.”
Tina estaba por retirarse, pero su sobrina llamó su atención. “Tía, no te lo dije antes, pero. Gracias por prestarme el
atuendo, es muy bonito y bastante cómodo.”
Agradeció Elizabeth mientras se sentaba en la alfombra donde jugaba con
su prima.
“De nada, pequeña. No podía
hacer menos por mi querida sobrina.” Dijo
dándole una sonrisa. “Te lo dije. Te iba a
gustar mi ropa. A mí también me gustaba mucho usar ese atuendo.” Comentó Dana riendo un poco. “Por cierto. Tu voz también es ideal. No necesitas
imitarla, ya tienes una voz femenina como yo.” Agregó. “Eso
porque aún son jóvenes. Ya cuando crezca y vaya madurando, su voz se hará más
gruesa.” Explicó Tina.
“Eso es malo. ¿hay alguna
forma de evitarlo? A Elizabeth le queda muy bien esa voz.” Preguntó Dana inocentemente. “No creo que sea conveniente. Recuerda que Elizabeth se
quedará hasta que llegue el resto de nuestras cosas con el equipo de mudanza.
Entonces Elías podrá volver.” Eso
desilusionó un poco a Dana. “Que mal. Me estaba
divirtiendo mucho con Elizabeth.”
“Te podrás divertir también
con Elías.” Consoló su madre. “Tiene razón.” Dijo
Elizabeth. “Jugar con muñecas resultó más
divertido de lo que pensé. Cuando vuelva a ser Elías, podemos seguir jugando.
Esto es genial.” Un brillo apareció en los ojos de Dana al escuchar
eso. “Esto es perfecto.” Dijo
emocionada.
“Por cierto. Que Elizabeth quede
en secreto. ¿De Acuerdo?” Pidió
Elizabeth un tanto sonrojada. “Sin problemas,
querida.” Aceptó Tina. “Mis labios
están sellados. Es una promesa.” Dana
accedió también. Las niñas pasaron el resto de la tarde jugando a gusto. Elías,
temporalmente Elizabeth, nunca se había divertido tanto con algo tan simple. En
verdad le estaba gustando esas cosas de niñas.
¿Continuará…?
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----- Si por allí encuentran alguna falta de ortografía, por
favor, háganmelo saber -----
--------------- Opinión de la Autora ---------------
- ¿Esta es la primera parte de
una nueva serie? Tal vez sí. Pero los próximos capítulos no llegaran pronto.
Ando un poco cansada últimamente y el bloqueo artístico me llega de vez en
cuando.
- Si ven el nombre de un
personaje que ya haya aparecido en otras de nuestras historias. NO. No serán el
mismo.
------------------------------------ GRACIAS
POR VER. ------------------------------------
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