jueves, 13 de febrero de 2025

NO TE LO DIJE — HISTORIA TG

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Escrita por: “Irene Naridza”

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Ian siempre tuvo más de un secreto que guardó durante la infancia. El primero era que le gustaban los chicos. Su malhumorado padre no lo hubiera tomado nada bien. Su madre, en un intento de protegerlo le dijo que debería evitar hablar de cualquier cosa relacionada a tener pareja.

Los años pasaron e Ian conoció a Derek en los últimos años de colegio. Era un chico alto de cabello castaño al que le gustaba el deporte, pero tenía como pasatiempo la fotografía.

Ian trabajaba en una tienda especializada en cámaras de todo tipo. Desde lentes, tarjetas de memoria y accesorios para las cámaras más modernas hasta rollos y papel fotográfico para las cámaras clásicas.

A Ian le llamó bastante la atención cuando Derek entró a la tienda con una camiseta que tenía un corazón blanco con la frase ’El Amor Gana’ en multicolor. “(¿Él es gay?, ¿Por qué sale con eso en público?)” Pensaba sin poder dejar de verlo, distrayéndose constantemente a la hora de atenderlo. Derek se sintió extraño y abandonó la tienda con una excusa.

Al siguiente día en la preparatoria, fue directamente a hablar con Derek en la cafetería. Entre que se disculpaba y que la mirada calmada del deportista lo seguía, se sintió raro. No era una sensación negativa, era una sensación de seguridad.

Eso lo hizo dar un paso que consideraba arriesgado. Intentando ser discreto, le confesó que a él también le gustaban los chicos. “¿Por qué susurras?” Derek levantó una ceja. “Los demás podrían escucharnos.” Agregó Ian, acercándose un poco más.

Derek dio una risita. “Creo que tienen mejores cosas de que preocuparse.” Dijo al mantener una mirada cálida. Fue así como Ian se dio cuenta de lo diferente que había sido la vida de ambos pese a vivir en la misma ciudad e ir al mismo colegio.

Desde ese día, Derek e Ian comenzaron a ser más cercanos. El deportista volvía a la tienda donde el chico delgado trabajaba a comprar accesorios para su cámara. Este último, ya más calmado, le daba detalles y sugerencias que le ayudarían a hacer más eficiente el uso de su cámara. Incluso terminaron pasando sus recreos charlando de fotografía.

El final del último año de preparatoria llegó rápidamente. Una universidad le había cedido una beca deportiva a Derek. Por su parte, Ian hizo sus mejores esfuerzos para obtener las mejores calificaciones en tareas, proyectos y exámenes para ser elegible para una beca en la misma universidad, en la carrera de Ciencias de la Fotografía.

El día que llegaron los resultados de los elegidos para las becas. Derek se había quedado a dormir en la casa de Ian. La madre fue quien ayudó a que entrara sigilosamente por la puerta del patio mientras el padre dormía.

Ian habló sobre como quería dedicarse a ser fotógrafo de revistas de moda o temas parecidos cuando se graduara. “Si tienes éxito en la Liga Nacional. También serás la portada de revistas de deporte.” Dijo para animarlo. “Me gusta esa idea” contestó Derek quien estaba cómodo en el colchón del suelo.

Ian pensó que darle una cobija extra sería buena idea. Caminó hasta su armario y sacó una cobija grande color lila. Mientras se le extendía, un sujetador del mismo color cayó al suelo. “¿Qué es eso?” preguntó Derek, con una sonrisa curiosa.

“¿Eso?... es…” evitó mirar al deportista mientras guardaba el sujetador de vuelta en su armario y cerraba la puerta. “A veces… a veces me pagan por tomar fotos para tiendas de ropa locales… sí, eso hago. Es una buena fuente de dinero.” Tartamudeó.

Derek solo sonrió y asintió. “Si tú lo dices.” Él sabía que a Ian le costaba abrirse y expresar sus gustos. No quería forzarlo, quería que siempre se sintiera cómodo junto a él.

Cuando la carta llegó a primera hora de la mañana, Ian no pudo contener su felicidad al leer las palabras “Aceptado en el sistema de Becas” Ambos padres estaban orgullosos de él por su logro. Derek también lo felicitó cuando volvió a la habitación.

Motivado por el momento, el deportista tuvo el atrevimiento de darle un beso en la mejilla, disculpándose al segundo siguiente. Ian no pudo evitar sonrojarse y quedarse quieto. Para cuando volvió a moverse, se paró de puntitas para alcanzar el rostro de Derek y devolver el gesto.

En el receso del jueves siguiente, Derek notó a Ian más nervioso de lo normal. Se le quedaba viendo por largos segundos y cuando le preguntaba que ocurría, el chico delgado decía que no era nada. Mientras regresaban, cruzaron por el parque como usualmente lo hacían. En ese lado del país, las hojas de los árboles ya empezaban a caer.

“La Universidad Michael Ken es la más prestigiosa. No solo de la ciudad, si no del estado. Nuestra formación será de mucha calidad.” Dijo Derek, caminando despacio. “Ajá.” Respondió Ian, caminando un poco más deprisa. “Todavía tengo que cursar una carrera para ser elegible por alguna Liga Nacional. Lo bueno es que tendré menos tarea.” Comentó. “Ajá”

Las hojas de los árboles crujían bajo sus pies. Ese y el viento fueron los únicos sonidos por un par de segundos. “¿Todo Bien, Ian?” el deportista giró la cabeza para ver a su bajito amigo.

“Ajá” dijo sin dejar de mirar al suelo. “¿Quieres un helado?” Derek puso en marcha un plan. “El clima está un poco frío, pero… gracias.” dijo al asentir. Ambos se dirigieron a una tienda situada en aquel mismo parque. Derek pidió de vainilla e Ian de chocolate.

Mientras disfrutaban del frío y cremoso postre con ayuda de paletas pequeñas, el silencio los acompañaba. Ian parecía muy pensativo, clavando la paleta en el helado un par de veces antes de tomar una porción. Derek comía de forma más animada, sin apartar la vista de su amigo.

“¿Te gustaría ir al baile de graduación conmigo?” exclamó Derek. Ian se detuvo en seco, con la paleta aún en el aire y su boca abierta para recibirla. Intercambiaron miradas por un segundo. La mirada inexpresiva del aspirante a fotógrafo hizo que el deportista comenzara a arrepentirse de lo que había dicho.

“Por supuesto.” Respondió con una sonrisa y se inclinó sobre la mesa para darle un abrazo, atrayendo la atención de las otras parejas presentes. Derek removió el largo cabello de Ian que había caído sobre su rostro, pudo ver como sonreía de oreja a oreja. “Tu mamá me dijo que era la mejor forma de proponértelo. Tenía razón.”

Después de terminar el helado, se retiraron del parque tomados de la mano. Ian decía no poder esperar no solo por el baile y la graduación. Si no por el día que comenzaran la universidad juntos.

La noche del baile llegó. Derek se puso su mejor traje de gala y fue a recoger a Ian a su casa. Poco le importaba lo que el padre pudiera opinar. Estaba dispuesto a que esa noche fuera inolvidable. Para su sorpresa, este no tenía su usual cara de pocos amigos.

“¿Tienes auto?” preguntó el hombre sentado en el sillón mientras veía partido de baseball. “No, señor.” Respondió Derek, sentado en el sofá cercano. “A tu edad yo ya tenía uno.” Respondió mientras abría una lata de cerveza para luego ofrecerle una al joven deportista. “Estoy bien. Gracias.”

De repente un sonido de tacones irrumpió en el ambiente. Derek se reviró para ver a la madre de Ian bajando junto a una chica desconocida. Llevaba un vestido verde, tacones blancos y su rubio cabello en rizos. Le tomó un momento distinguir la tímida sonrisa y esos ojos celestes. “¿Ian?, ¿Eres tú?” estaba confundido.

“Milla, soy Milla. Pero sí, soy yo.” Dijo con esfuerzo. “Perdón por no habértelo dicho… lo que pasa es que, no sabía cómo…” Jugaba nerviosamente con sus pulgares donde resaltaba la manicura y el esmalte verde. “A excepción de mamá… eras el único que no me juzgaba, mi único amigo…” Evitaba mirar a Derek, miraba hacia el suelo o las paredes.

“Quería decírtelo cuando me ofreciste ser tu pareja para el baile… no quería que te alejaras, pero tampoco quería pasar esta noche tan especial como… como él…” se quedó mirando una foto familiar que reposaba en la estantería de la sala. “Si quieres irte, no me enojaré.” Levantó su mirada hacia el deportista, sus ojos se encontraron. “Eres maravilloso. Mereces a otro hombre que te haga feliz.” hacía un esfuerzo para evitar sollozar.

Derek se levantó y fue directo a abrazarla. “Todo está bien, Milla.” Dijo en medio de su cálido abrazo. Incluso con los tacones, seguía sin estar a su altura. Miró hacia arriba con sus ojos brillosos mientras Derek le regalaba una sonrisa.

“No te lo dije, pero, no soy gay. Soy bisexual.” Milla dejó escapar un suspiro. “Aunque quisiera, no encontraría razones para alejarme de ti.” Se inclinó hacia ella. Milla cerró los ojos y dejó que sus labios se encontrasen, transmitiendo calor y un hormigueo en el pecho de ambos. Cuando se separaron, un par de lágrimas rodaban por sus mejillas.

“Oh, miren la hora. ¡Se les hace tarde!” Dijo la madre, quien también tenía sus ojos humedecidos. “Llamaré un taxi.” Dijo Derek mientras alcanzaba su celular. “No será necesario.” La gruesa voz del hombre mayor en la sala se escuchó con fuerza.

Sacó del bolsillo de su camisa unas llaves y se las arrojó a Derek. “Los quiero en casa a las 11:00 PM.” Dijo mientras el joven miraba el logo de una estrella de tres puntas en el llavero. “Y más importante. Cuida mi auto… y a mi princesa.” Finalmente dejó de ver el televisor para mirarlos.

No había resentimiento en su mirada, solo resignación. Milla se acercó hacia él y le dio un beso en la mejilla, dejando un rastro de su labial rosa. “Gracias, papá.” Su voz se quebró por las lágrimas. Su aprobación significaba mucho para ella. El asintió en silencio, todavía necesitaba tiempo.

Derek y Milla subieron al Mercedes de 1985, tenía un elegante color negro. El motor rugió con majestuosidad al ponerlo en marcha. La madre de Milla se despidió moviendo la mano desde la puerta de la casa, el padre miraba desde la ventana.

Las luces de los faros en la carretera alumbraban el interior del vehículo donde ambos reían. Milla todavía no podía creer que su sueño se había hecho realidad.


ACTUALIDAD

Habían pasado 10 años desde aquel mágico momento. Derek y Milla habían cursado la universidad juntos. Formaron parte de los fotógrafos en su propia graduación universitaria. La institución les había permitido a los de dicha carrera inmortalizar su logro.

Ya con su título, Derek pudo ser seleccionable por los equipos de fútbol nacionales. Cuando lo dejaron elegir, sin dudarlo eligió jugar en su equipo favorito de la infancia; los ‘Red Lions’. Milla entró a trabajar para distintas revistas de moda. Una de ellas era de ropa deportiva, en la cual terminó fotografiando a su novio para promocionar las camisetas de su equipo.

Poco después de eso vino su boda. Ni Dereck ni Milla podían esperar para estar unidos por aquel poderoso vínculo. Fue una boda hermosa donde asistieron todos sus familiares. La madre de Milla no podía parar de llorar de alegría y su padre finalmente la aceptaba completamente.

Milla se sentía como la princesa que había encontrado su final feliz con su príncipe azul y Dereck se sentía como el hombre más afortunado del mundo.

Milla se abrió página web donde subía todas las fotos que tomaba. Tenía cientos de seguidores que se quedaban maravillados por la forma en que había capturado el paisaje en una imagen. A la vez funcionaba como su portafolio digital que le ayudaba a resaltar y consolidar su nombre en el mundo de la fotografía.

El equipo de Derek había logrado ganar un segundo campeonato nacional consecutivo gracias a su intervención. Eso lo convirtió en una de las figuras deportivas más reconocidas del país. Algunos equipos de futbol americanos ya le habían hecho un par de jugosas ofertas con mejores beneficios. Derek las había rechazado.

Estaba feliz brillando en su país. Aunque no ganaba fortunas, sí obtenía buen dinero. Lo que más le gustaba era poder inspirar a su propia gente y demostrar que no debían cambiar quienes eran o emigrar para poder lograr sus sueños. No era rechazar mejorar, era aprovechar la posición que tenía.

Ahora estaban de vacaciones por Inglaterra, más exactamente por Liverpool. Milla estaba cautivada por las imágenes de los Jardines de ‘St. John’ que vio por internet y quería tomar fotografías para ella misma cuando tuviera la oportunidad.

“Has tomado varias fotos al lugar.” Dijo Dereck. “Es un lugar maravilloso. Quiero cada detalle.” Respondió Milla. “A este paso llenarás la memoria sin fotografiar el paisaje más hermoso.” Dijo al rodearla con su brazo. “¿Cuál?” dijo ella, preparada para apuntar con su cámara.

“Tú.” Respondió Derek, su sonrisa resaltaba sobre su barba. Milla le dio la cámara mientras se colocaba en un ángulo donde el ‘St George's Hall’ sobresaldría de forma imponente a sus espaldas.


Derek había mantenido su pasatiempo de fotografía. Milla aún lo asesoraba, esta vez con el avanzado conocimiento que la universidad y la experiencia laboral le habían dado. Fue así como no tuvo problemas en manejar la cámara profesional para inmortalizar otro momento con su esposa.

 

FIN

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----- Si por allí encuentran alguna falta de ortografía, por favor, háganmelo saber -----

 

-------------------- GRACIAS POR VER --------------------

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CONFESSIONS IN JUNE - TG STORY

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