jueves, 2 de enero de 2025

VACACIONES CON LA TÍA MELODY - HISTORIA TG

 -- Escrita por “Irene Naridza”

A John le desagradaba ir de vacaciones con su tía. Pero no tenía más opción. Sus padres eran ambos empresarios en una de las empresas más importantes de seguros de vida del país. Por lo que pasaban ocupados gran parte del tiempo. Incluso en días normales. Estos salían muy temprano y llegaban bastante tarde, por lo que su interacción con ellos era casi nula.

Esos días John tenía una niñera que cuidaba de él, pero en vacaciones las pasaba con su tía Melody y sus dos primas que eran mayores a él. Eso logró que John se sintiera algo desconectado de sus padres, pero de igual forma sentía un gran apego por ellos.

Lo que John odiaba de todas las vacaciones en la casa de su tía, es que ella estaba obsesionada con la feminidad. Todo en su casa era bastante femenino, rosa o de colores bastante femeninos. Hasta allí no había nada raro ya que después de todo, la Tía Melody era una mujer que criaba dos niñas.

La tragedia que daba paso a una extraña obsesión era que su esposo había muerto hace un par de años. Desde entonces no quería hombres dentro de su casa incluso si se trataba de algún amigable vecino. Solo toleraba a familiares que estuviesen de visita por pocas horas. En cuanto a John. Como él debía quedarse por al menos dos meses, el trato hacia él era un tanto diferente.

“Oh, John, querido. Veo que ya llegaste.” Dijo su tía al verlo con su maleta en la puerta de su casa. “Vamos, entra. No tenemos tiempo que perder.” Lo dejó entrar y lo llevó directamente hacia el segundo piso, a la habitación de huéspedes. Esta era mediana pero acogedora, las paredes estaban cubiertas con un rosa pálido y dibujos de mariposas y distintas especies de aves.

“Bien. Como siempre. Vamos a guardar esto, pues no vas a necesitar nada de lo que contiene.” Dijo su tía mientras guardaba su maleta en la parte de abajo del guardarropa de la habitación. Pudo ver por un momento como el guardarropa tenía varios vestidos de distintos colores y diseños colgados en percheros.

“Las clases de ballet empezarán en una hora, así que date una ducha, ponte esto y ven al salón de clases en cuanto antes.” Ordenó mientras de un cajón sacaba una bolsa con un conjunto de ropa. “Tía Melody…” dijo tímidamente. “¿En serio debo hacer esto? Soy un chico, si voy a practicar ballet en tu academia, ¿Al menos puedo usar el uniforme de chicos?” Preguntó con unos ojitos tiernos.

“Lo siento, John. O debería decir Jenifer. Conoces las reglas de esta casa. NADA DE VARONES por más de cinco horas.” Respondió con firmeza. “Como te quedas por varios días, tendrás que estar como una pequeña dama.” Continuó indicando mientras John daba un suspiro. “Además. ¿no te he dicho ya que te ves adorable como una niña?” Pellizcó su mejilla cariñosamente.

“Sí tía, me lo has dicho… gracias por el cumplido.” Dijo, resignándose a aceptar su rol temporal. “Oh, casi lo olvidaba. No olvides tu pastilla de miel.” Dijo mientras sacaba un caramelo de miel del bolsillo de su vestido. “Ten. Pese a que tu voz ya es bastante aguda por los caramelos que te he dado en las vacaciones anteriores, siempre es bueno un refuerzo.” John, quien se la pasó de inmediato, tenía un sabor agradable.

“Vamos. Practica diciendo tu línea de presentación. Este año tengo varias alumnas nuevas a las que les fascinaría conocerte.” Indicó su tía, expectante por oírlo. John esperó un poco para que el caramelo hiciera efecto. Cuando sintió que esta se había disuelto en su garganta. Buscó en sus memorias la línea que su tía le había indicado, cuando la recordó estuvo listo para hablar.

“Hola. Soy Jenifer, tengo 11 años. Madame Melody es mi querida tía.” Dijo con una voz bastante femenina. “Te oyes espléndida, pequeña.” Felicitó su tía. “Ahora dúchate y cámbiate. Yo iré a hacer lo mismo.” Dijo antes de salir de la habitación, dándole a Jenifer su privacidad. Jenifer le dio un vistazo al conjunto de ropa que su tía había dejado sobre la cama de sabanas rosadas y dio otro suspiro. “Supongo que no tengo de otra.” Concluyó para si misma y se puso en marcha.

Se quitó su ropa de chico. Pantalones cortos, una camisa azul oscura y unos zapatos deportivos del mismo color. Las puso en la cesta blanca de la ropa sucia y se dio una ducha tal y como su tía había indicado. Usó el champo rosa para lavar su largo cabello rubio. Lo hizo tal y como su tía se lo había enseñado el año pasado. Desde esas fechas se lo había dejado crecer, ahora estaba bastante largo.

Cuando estaba en la escuela como John, se lo recogía en una coleta bastante masculina para evitar el acoso de sus compañeros. A sus padres no pareció molestarles. En las cortas veces que se veían su madre le dio consejos para cuidar su largo cabello. Incluso le compró shampoo y acondicionadores que lo mantenían lacio y fuerte.

Cuando terminó de darse un baño se secó con dos toallas blancas con diseños de flores. Una para secar su cuerpo y otra para secar su cabello. Se cubrió con otra toalla rosa del mismo diseño y salió del baño.

Se puso los pantis y las pantimedias blancas. Deslizó sus piernas dentro de ellas y las subió hasta su cintura, le tomó un poco hacer que quedara completamente ajustadas y sin arrugas.

Luego fue el leotardo rosado. “Este es un poco más grande.” Se ajustó perfectamente a su figura. Se puso las zapatillas de ballet, estas todavía eran de principiante, por lo que no era necesario atar el lazo. Pero su tía ya se lo había enseñado. Luego fue la falda de gaza. Esta era bastante fácil de ponérsela. Solo la levantó hasta su cadera y esta quedó ceñida perfectamente.

“No puedo mentir. Me veo… linda.” Confesó al ver su reflejo en el espejo del guardarropa. Caminó hasta el tocador junto a su cama. Tomó un cepillo y comenzó a cepillar su cabello. Lo recogía por manojos y le daba cinco pasadas con el cepillo a cada una. Cuando terminó. Se lo recogió en un moño de danza.

Su tía y sus primas le habían enseñado a como peinarlo cuando usaba las extensiones el año pasado. Con su cabello real debía ser más delicado, pues un tirón descuidado causaba mucho dolor.

Un sacudón en la puerta la hizo sobresaltarse y dar un pequeño chillido. “¿hola?, Jenifer. ¿Estas allí?” Dijo una niña al otro lado de la puerta. La reconoció de inmediato. Era Olga, una de sus primas. “Sí. Estoy aquí. Me asustaste.” Se levantó del tocador y abría la puerta. Su tía la había dejado con el seguro puesto para que nadie entrase mientras se estuviese cambiando o mucho peor, mientras se estuviese bañando.

“Aquí estás.” Chilló Olga. Quien ya tenía su traje de ballet puesto, era uno idéntico al de Jenifer. “Que gusto verte, no te veía desde hace mucho.” Dijo mientras aún la abrazaba. “Em, Olga. Vamos a la misma escuela.” Respondió Jenifer, un poco asfixiada por el fuerte abrazo. “Yo que sepa, voy a la misma escuela con John, no Jenifer.” Respondió su prima al soltarla.

“Siempre es una completa alegría verte. Jenifer. Me gustaría que pudiésemos vernos más seguido.” Dijo mientras la sostenía de los hombros. “Y a mí me gustaría que pudiese ser John más seguido cuando estoy aquí.” Respondió Jenifer mientras tomaba aire, recuperándose del abrazo. “Ya lo eres todo el tiempo cuando no estás aquí. ¿por qué no cambiar de aire? Si al fin y al cabo, te va muy bien ser Jenifer.” Dijo Olga con una sonrisa.

“Puede que en eso tengas razón, pero enserio me gustaría poder ser John. Aunque bueno. Si es la casa de la Tía Melody. No tengo más remedio que seguir sus reglas.” Concluyó. “Desde luego. Ya sabes cómo se puso mi madre desde que mi padre murió. Fue muy duro para ella.” Dijo Olga en un tono lúgubre. “Esta es una forma de recuperarse, es un tanto rara. Pero, al fin y al cabo, es una forma que parece funcionar. Ya no está tan negativa como al principio.” Agregó.

“La academia de ballet de verano fue otra de las formas para lidiar con nuestra pérdida. Fue su forma de ocupar su mente. Y no le ha ido nada mal. Eso lo sabes tú de primera mano. Has aprendido ballet bastante bien con la instrucción de mi madre.” Comentó Olga guiñándole un ojo a Jenifer.  

“Desde luego que sí. Tu madre es buena maestra.” Respondió alegremente. “Por supuesto que sí. Como es maestra de matemáticas en nuestra escuela. Mantiene sus capacidades de enseñanza.” La tía Melody, pese a que parecieran ciencias bastante opuestas, logró dominar tanto los números como la danza. Ambas eran sus aficiones desde niña, lo que la llevó a desempeñarse bastante en ellas al punto que podía incluso enseñar a otros sobre estas.

“Andando. Que se nos hará tarde, ¿no querrás que mi madre nos riña?” Dijo Olga mientras tomaba a Jenifer de la mano y comenzaban a caminar. “No, claro que no.” Respondió la invitada.

Bajaron las escaleras y cruzaron el patio trasero hasta la cerca que dividía la propiedad con la parte de atrás del local donde la tía Melody tenía su academia de ballet de verano. Al otro lado era otro patio bonito.

Olga se puso el abrigo que había tomado antes de salir de casa. “¿Qué pasa? ¿tienes frío?” Preguntó Jennifer. “No. Es para verme mejor. Como hay alumnas nuevas. Quiero que me vean deslumbrante desde el primer día.” Explicó Olga. “Que yo sepa, eso se llama vanidad.” Dijo Jennifer, no reprendiéndola, si no en un tono amigable.

“Las mujeres somos vanidosas. Deberías aprender un poco de eso Jenifer. Ya sabes, porque aquí debes ser una.” Respondió Olga. “No lo se. La vanidad es algo negativo.” Dijo Jennifer. Ya estaban bastante cerca del local de ballet. Ya podían escuchar la música clásica de violines. “Lo es si dejas que sea lo más importante. Pero no si la tienes con mesura.” Dijo Olga imitando el tono sabio de su madre cuando daba sus clases.

“Será divertido. Te lo aseguro.” Esas palabras fueron suficientes para convencer a Jenifer. “De acuerdo. Pero después de las clases de ballet.” Accedió. “Yay, que emoción. Verás que te va a gustar.” Le dio otro abrazo. Olga estaba muy emocionada de tener a su prima para jugar y hacer cosas de chicas. Ya tenía a su hermana Erica para hacerlo. Pero siempre era bueno tener a una más en el grupo.

Ambas entraron al salón y encontraron a todas las alumnas de su madre charlando entre sí mientras esperaban los escasos minutos para comenzar la clase. Allí estaba también Erica. Quien estaba ayudando a su madre a colocar los últimos detalles en orden para la clase. Esta vio desde la distancia a Jennifer y no pudo ocultar su alegría. “Hola Jennifer. Gusto en verte.” Saludó dando un chillido. Ella devolvió el gesto de forma más discreta y calmada.

Olga y Jennifer estuvieron charlando sobre cosas de la escuela por los cortos minutos que faltaban, siendo cuidadosas de no dejar escapar detalles que revelaran la verdadera identidad de Jennifer. Cuando empezó. La tía Melody hizo que todas se sentaran en los tapetes rosados. Llamó a cada una por su nombre y pidió que se presentaran a la clase.

Todas hicieron caso, cuando llegó el turno de Jennifer. Esta se levantó y dijo su línea, ya ni siquiera debía decir un diálogo memorizado. Dijo según lo que sabía de si misma. “Hola, me llamo Jennifer. Tengo 11 años. Me gusta el ballet. Y Madame Melody es mi tía.” Esa afirmación dejó sorprendidas a las demás niñas.

“Para las que sean nuevas. Jennifer es mi querida sobrina.” Exclamó Melody. “Olga y Erica son mis amadas hijas. Pero que eso no las confunda. A todas las instruiré y calificaré con la misma vara de medir. Con ninguna tengo preferencia y soy estricta con todas por igual.” Aclaró a todas las presentes.


“(Este será otro verano largo)” Pensó para si-misma Jennifer. Mientras comenzaba a hacer los ejercicios de calentamiento tal cual los indicaba su tía. Ella daba clases de ballet tanto a principiantes como a avanzadas. La clase de hoy era para avanzadas. Normalmente hacía un test de rendimiento para determinar en que grado estaban las estudiantes. Entonces recomendaba a los padres algún nivel en sus cursos.

Debido a que esta era ya la segunda vez que estaba de vacaciones con su tía Melody. Ya tenía un nivel algo avanzado. Sus habilidades no iban más allá de una aficionada, pero aún así. Tenía bastante elegancia a la forma de moverse. Seguía practicando los ejercicios básicos en su casa cuando estaba sola. Así no decepcionar a su tía. A Jennifer no le desagradaba el ballet. Veía más de una forma de sacarle provecho, pero quería mantenerlo en secreto.

 

FIN
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----- Si por allí encuentran alguna falta de ortografía, por favor, háganmelo saber -----

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