jueves, 19 de septiembre de 2024

LA NINIA DE LAS FLORES - PARTE 2


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------ La Niña de las Flores – Parte 2 – La Finca Nupcial -----

-- Escrita por “Gale Kepler” e “Irene Naridza”

La mujer salió un momento de la habitación y regresó al instante con una tiara de florcitas de tela. Se la colocó en la cabeza a su feminizado sobrino y ajustó un poco su peinado. – Listo. Estas PERFECTA. – dijo con un brillo en los ojos.

– ¿Ese…? ¿esa soy yo? – preguntó. – Por supuesto que sí. Adelaida. Esa hermosa niña eres tú. – respondió su tía con una sonrisa. – No puede ser, pero hace un momento era un niño. -- Decía incrédulo. – Bueno, sigues siendo un niño, pero para esta ocasión, finjamos que eres una niña. ¿de acuerdo? – preguntó su tía con una sonrisa.

­­– Está bien... Un momento… ¿Por qué Doménica no fue la niña de las flores? – Recordó que su prima parecía disponible. – Ella ya es la niña que lleva el anillo. No puede ser ambas. – Explicó. ­­­– Oh… bueno. – Dijo él. Sabiendo que ya no había vuelta atrás. -- ¿Por cierto? ¿Qué es eso de ‘Adelaida’?

– Es tu nombre para la boda. Serás Adelaida. Mi sobrina lejana. Así que memoriza el nombre. ¿De acuerdo, nena? – Explicó su tía. De acuerdo, tía. Seré Adelaida… solo por esta noche. Pedro comenzó a repetir una y otra vez dicho nombre en su cabeza, para procurar no olvidarlo.

Mercedes fue a buscar su bolso para ya irse y dejó la puerta abierta. – Adelaida. TE VES MUY BONITA. ESE VESTIDO ES HERMOSO. – Chilló Doménica al entrar a la habitación. Su prima se sonrojó levemente. – El tuyo también lo es. – Doménica usaba un vestido igual al de su prima, solo que este era rosa pálido y con hombros transparentes.

– MUCHAS GRACIAS. – Volvió a chillar. – Mamá lo compró recientemente. Quería que me viera fabulosa. –  Se miró al espejo con emoción, allí también vio el reflejo de Pedro. – El tuyo también lo compró mamá hace tiempo. Se supone que era para mí, pero es más pequeño. Como la tienda no admitía devoluciones, mamá lo conservó. –

Bien nenas, hora de ir a la boda.Dijo Mercedes al asomarse por la puerta con su bolso. se había puesto su chaqueta y tacones altos. Su hija saltó de emoción mientras que su sobrina asintió con la cabeza en silencio.

Adelaida, Doménica y Mercedes subieron al auto de la familia. Un sedán negro semi nuevo. Muy diferente a la camioneta que dicha familia tenía hasta hace unos años. Las niñas iban en la parte de atrás cantando las canciones de bachata que sonaban por la radio.

A Pedro le parecía un tanto curiosa su situación. Vestido como niña bonita mientras compartía un buen momento con sus familiares. Su rostro tenuemente reflejado en la ventana del auto lo hacía recordar que ahora era Adelaida. Sonreía levemente, pues le agradaba ese reflejo.

Las casas del barrio fueron disminuyendo hasta transformarse en árboles y campos de la zona rural. Llegaron a una zona donde los árboles eran más abundantes. Mercedes entró por un camino secundario hasta llegar a un portón donde había un letrero.

 Finca Naridza.   leyó Adelaida en voz baja. Reconocía el nombre por anuncios en la radio. Era una finca que se rentaba para diversos tipos de eventos. Mercedes estacionó junto a un par de autos al pie de unos árboles altos.

Ni bien se bajaron del auto, una mujer se acercó a ellas.  – Mercedes, aquí estás. – Dijo una mujer que tenía un vestido amarillo, el mismo color que el vestido que llevaba Mercedes. – Hola, Lizbeth. Te ves radiante. –

Ambas mujeres se saludaron con un abrazo y un beso en la mejilla. Comenzaron a hablar sobre la boda, la novia y como las demás damas de honor la estaban preparando para el momento tan especial.

Doménica tomó de la mano a Adelaida y la llevó con ella. – Espera… ¿no deberíamos quedarnos con tu madre? – Preguntó Adelaida. – No, ella es la dama de honor, es la encargada de ayudar a la novia a prepararse. – Explicó.

– Pero descuida, podemos hacer otras cosas divertidas en este lugar. Como hablar con los otros niños. – Esa idea no le gustó mucho a Adelaida. Esta apresuró su paso pues su prima estaba casi arrastrándola. En el camino vieron a pocos invitados. Eso le pareció raro pues en las bodas que había visto en películas o fotos del álbum familiar solían haber varias personas.

–¿Todavía falta mucho para la boda? – Preguntó a su prima. – No, ya debe comenzar en breve. Mi mamá debía traernos y hacer el maquillaje de su amiga para ya empezar. – Explicó. – Bueno, entonces, ¿Por qué hay tan poca gente? – El rostro de Mercedes cambió, su mirada alegre se apagó un poco.

-- Mi mamá me contó que su amiga no se lleva muy bien con todos en su familia. Es por que había decepcionado a sus padres con su carrera universitaria. – Explicó en voz baja. – Eso es feo. – Respondió Adelaida.

Caminaron un poco más hasta toparse con otra niña, estaba en silla de ruedas, pero parecía bastante entretenida ojeando una revista sobre una superheroína. Notó que alguien se acercó a ella y alzó la mirada.  –Hola, Cecilia. Ya llegamos. – Cecilia sonrió de inmediato al notar que se trataba de su amiga favorita.

– Doménica, me alegra tanto que hayas venido. – Como pudo, se levantó un poco y abrazó a su amiga. Así duraron por unos emotivos segundos hasta soltarse, entonces la pequeña en silla de ruedas miró a Adelaida y no la reconoció. --¿Quién es ella? – Preguntó.

Este… yo. Yo soy Adelaida. La sobrina lejana de Tía Mercedes. Respondió apegándose a la coartada. Cecilia la miró de arriba abajo con una mirada curiosa. – Gusto en conocerte. Adelaida. – La pequeña en silla de ruedas le extendió la mano para saludarla, la otra niña extendió su mano y recibió el saludo. – Igualmente. – Respondió.

– Tu vestido es muy bonito. – Adelaida se sonrojó. – Muchas gracias. Me lo prestó mi tía. El tuyo también es bonito. – Le devolvió el halago.

La pequeña en silla de ruedas usaba un vestido color melón, tenía un decorado de flores en los hombros, una rosa que adornaba la banda de la cintura, la falda le llegaba hasta las rodillas. En su pierna izquierda resaltaba el yeso de la férula, colocado para sanar su pierna rota. En la pierna derecha, usaba un zapatito negro mocasín y una media blanca que parecía extenderse hasta más allá de su rodilla.

– Me contaron que tu mamá es la que se casa. Muchas Felicitaciones. – Cecilia sonrió cálidamente. – Muchas gracias. Estoy tan feliz de que mi madre por fin haya encontrado el verdadero amor. — Todas las niñas parecieron conmoverse por dicha frase.

En un momento, Adelaida se quedó mirando la férula de Cecilia.  – Por cierto, también me contaron lo de tu accidente. Eso debió doler. – Comentó inocentemente. –Sí, dolió bastante de hecho. – Respondió.

– Mi vecino gordo apareció de la nada y me golpeó con su bicicleta. El dolor fue tanto que no pude soportarlo, me desmayé o algo así y me desperté en el hospital. – Ambas primas hicieron muecas al escuchar eso, como si pudieran sentir su dolor de solo escuchar el relato.

--¿Y tu vecino? – Preguntó Doménica. -- ¿Él? Él está bien. Mi mamá me comentó que solo recibió raspones y dos noches en el calabozo. Sé que él no es malo, pero estoy bastante molesta con él. – Contestó la pequeña.  – Yo también lo estaría. – Comentó Doménica. – Yo igual. – dijo Adelaida para encajar.

Entonces, para cambiar de tema, Doménica miró la revista que su amiga tenía en sus manos. -- Oh, esa es la historieta de “Chica Pincel”— Dijo emocionada. –Sí, es el número más reciente. Me lo compraron antes de venir aquí. – Respondió mientras la mostraba. – Wow, leámoslo todas juntas. – Propuso Doménica. – Eso sería genial. Hagámoslo. –  

Ambas primas acercaron sillas a la pequeña en silla de ruedas, una a cada lado y comenzaron a leer la historieta turnándose. Adelaida lo hacía de forma un tanto tímida, era la primera vez que la leía, pero ya la conocía. Sus compañeritas en la escuela hablaban mucho sobre ella.

La historia trataba de una chica adolescente, se llamaba Prisilla. Ella vivía en una gran ciudad, como la suya. Malvadas criaturas llegaban a amenazar la ciudad, pero Chica Pincel aparecía para salvar el día, gracias a su pincel mágico, dibujaba todo tipo de objetos que la ayudaban a vencer a las fuerzas del mal.

A Adelaida le estaba gustando la historia, por lo que poco a poco comenzaba a leerla con más ganas. Sin darse cuenta, lo leía con la misma emoción que su prima y su nueva amiga. – Esta historia es increíble. – Dijo Adelaida emocionada. – Exacto. Chica Pincel es lo máximo. – Dijo Doménica. – De grande, me gustaría ser como ella. – Agregó Cecilia.

-- ¿Se divierten, niñas? – Preguntó Mercedes, las niñas estaban tan enganchadas a la revista que no se habían dado cuenta de lo que pasaba a su alrededor. – Por supuesto, estábamos leyendo la historieta de Chica Pincel, es genial. -- Respondió Adelaida.

– Eso es encantador, pero ya va a comenzar la boda en breve, vengan para darles un retoque de maquillaje a todas y prepararlas para el gran evento. – Cecilia y Mercedes se emocionaron mucho, pero la pequeña del vestidito blanco parecía dudar un poco.

 –¿Pasa algo, Adelaida? – Preguntó Cecilia. Su nueva amiga miró hacia un lado por un momento, pero entonces regresó a mirarla con una sonrisa en la cara. – Para nada, vamos, que la boda va a empezar. – Respondió con una gran sonrisa.

Pedro ya no tenía problemas en usar el vestido y ser Adelaida, pues pasaba desapercibido. Pero el problema era estar en un ambiente que se suponía era solo para chicas. No quería estar donde se supone no debía.

Sin embargo. Su prima Doménica lo tomaba de la mano y lo guiaba junto con ellas mientras le compartía una cálida sonrisa.

Continuará...
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------- Si encuentran alguna falta de ortografía, por favor, háganmelo saber -------

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