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Escrita por: “Irene Naridza”
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Foto por PxHere: https://pxhere.com
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Entre las montañas boscosas se encontraba un
pequeño pueblito que gozaba de una gran vegetación que era la atracción de
varios turistas que venían al lugar para acampar o hacer montañismo. El pueblo
de Abeto llevaba dicho nombre en honor al árbol más presente en el bosque que
lo rodeaba.
En el centro, se concentraba el mercado, un
hotel recién inaugurado y el parque. Dicho parque era particularmente bello y
grande. Había arbustos llenos de coloridas flores, estatuas de piedra muy
detalladas y una buena variedad de los árboles frutales.
Los visitantes tenían la sensación de que el
lugar tenía un aura mágica que lo rodeaba. Y en realidad, tenían razón. Un
lugar tan bello no podía ser mantenido por obra humana, si no por obra de
hadas. Estas eran nativas del bosque y habían pactado con la alcaldía para dar una
pequeña porción de su magia a cambio de que se comprometiera a mantener el
bosque intacto.
Ohone. Era la líder de las hadas que se
encargaban de darle mantenimiento al parque. Una tarea muy laboriosa pues tenía
que asegurarse que todas las hadas aplicaran bien los hechizos y de forma coordinada
al menos un día a la semana. Sin embargo, Ohone podía mantener el ritmo.
Un día, ella sintió curiosidad por ver cómo
era la vida de Julius y Jessy. Esos dos niños que había conocido hace ya 2
meses. Ellos habían entrado imprudentemente mientras hacían mantenimiento y
Ohone tuvo que hacer un hechizo especial para que pudieran salir sanos y salvos.
Como efecto secundario, el hechizo convirtió
al hermano mayor en niña, pero le dio el conocimiento de orientación para salir
del parque antes de que su magia los absorbiese. Ohone confiaba en que el
efecto del hechizo pasaría y que terminarían olvidando todo.
El hada se acercó con sigilo hasta la casa
donde esos niños y su familia pasaban por vacaciones. Desde los frondosos
arboles vio hacia la casa, pero para su sorpresa. Vio que Julius estaba en el
patio trasero de la casa, siendo aun una niña “Oh
no. El efecto del hechizo no se deshizo.”
Se puso a recordar aquella ocasión. “Tuve mucha prisa esa vez. Lo más seguro es que cometí
uno que otro error y el efecto del hechizo terminó siendo más largo…” murmuró
mientras veía a Julius suspirar pesadamente. “o
incluso podría ser permanente, tengo que corregir esto de inmediato.”
El hada voló de prisa de regreso al parque, seleccionó
varias flores de diversos arbustos, con rapidez y agilidad tejió sus tayos, al
cabo de un rato, tenía una corona de flores. Aunque era del mismo tipo, era
diferente a la que le dio a Julius la vez anterior.
El hada no tardó en volver con Julius, quien
seguía triste. Ohone se acercó sigilosamente entre los arbustos. Para intentar
colocarle la corona de flores sin que se diera cuenta. Después de perder los
recuerdos, que la viese allí solo traería más preguntas de las cuales no había
tiempo para ser respondidas.
Justo cuando estaba por colocarle la corona
acercándose por detrás. Julius comenzó a sollozar. Ohone se quedó quieta para
no llamar la atención. “No puede ser que todo
esto esté por terminar.” Murmuró
Julius. “Si tan solo pudiera encontrar a esa
hada de nuevo…”
Ohone se quedó intrigada por lo que decía.
Como Julius parecía recordarla, decidió mostrarse. “Este…
¿puedes recordarme?” dijo Ohone
apareciendo por detrás del joven. Julius al verla se sobresaltó, dando un
pequeño grito.
“Julius ¿Está todo bien?” Preguntó una mujer. Julius, quien escuchaba
sus pasos acercarse, se apresuró a esconder al hada debajo de una maceta vacía
que tenía cerca. Cuando su madre se asomó por la puerta, solo la vio a ella
sentada en el porche.
“Sí, mamá. Estoy bien…solo que…
vi a un ratón.” Se escusó
nerviosamente. “Tranquila, los ratones aquí son
inofensivos, no hacen daño.” Dijo
la mujer antes de volver dentro de la casa. Julius suspiró aliviada antes de
levantar la maceta.
“¿De verdad eres tú?” preguntó en voz baja con cierta esperanza en
sus palabras. “Si te refieres al hada que viste
en el parque el otro día y te dio una corona de flores que te transformó en
niña. Sí, soy yo.” Dijo Ohone
mientras se incorporaba.
El hada tomó un pequeño cristal que traía en
una bolsa en su cintura. Lo sujetó y lo acercó a su pecho. Al cabo de unos
segundos este brilló. “Tal como me temía.” Dijo al discernir el estado del hechizo.
El hada buscó con la mirada la corona de
flores que había traído y la encontró rápidamente. La alcanzó y se la acercó a
Julius. “Mi intuición mágica me indica que el
efecto del hechizo es permanente, más bien, casi permanente. Ponte esto, te
volverá a la normalidad.” La
joven se quedó mirando la corona antes de apartarla.
“Para eso quería encontrarte...quería
hablar de eso.” Dijo
dejando extrañada al hada. “Lo que tengas que
decirme, hazlo en el bosque. No quiero llamar la atención de los humanos.” Julius asintió y se adentraron por la periferia
del bosque que había cerca de la casa.
Después de asegurarse de que no había otras
personas oyéndolas, Ohone preguntó. “¿Qué querías
decirme?” El hada estaba expectante.
“Fue todo muy raro. un día
estaba viviendo mi vida. Era una niña normal, ayudaba a mis padres, jugaba con
mi hermana. Hacíamos todo juntas, era como si fuéramos la familia perfecta.” El rostro de Julius reflejaba cierto brillo, como alguien que
cuenta a un amigo cercano algo que le apasiona mucho.
“Pero al siguiente día. Recordé
todo, de que en realidad era un chico y de que mi hermana y yo estábamos en ese
parque. Básicamente, recordé todo. recordé que esta, no soy realmente yo. Que
es parte de un hechizo.” Su expresión se oscureció mientras decía esas palabras.
“Ya se acabaron nuestras
vacaciones, regresaremos a la ciudad mañana. Pero no quiero que esto se
desvanezca. No quiero volver a la normalidad.” dijo con frustración. “¿A
qué te refieres? ¿no quieres volver a ser chico? Sabes que seguirás teniendo a
tu familia siendo varón, ¿verdad?” dijo el hada, no entendiendo
muy bien la situación.
“Sí. Lo sé, pero lo que pasa…
es que…” Julius pareció dudar sobre si
decirlo o no. “Siento que en este tiempo que
he sido chica. Me he podido conectar mejor con mi hermana y mi familia. Siento
que podemos ser más unidas…” dijo tímidamente.
“Además. No ha estado nada mal
ser chica. Hay cosas que, me agradan más de esta forma. Siento como…como si
quisiera quedarme de esta forma…” había muchas cosas que quería
expresar, pero no estaba seguro si abrirse por completo.
“Así que… ¿Tienes miedo que el
hechizo se deshaga cuando salgas de las montañas porque te sientes más feliz
siendo una niña?” Preguntó Ohone. Julius sintió
que el hada dijo en una sola frase el miedo y el deseo que podía sentir, pero
no expresar. Asintió lentamente sin saber cómo reaccionaría el ser mágico.
“No todos los hechizos
necesitan que te quedes en un lugar en específico para que mantengan su efecto.” Comenzó a explicar Ohone. “El
hechizo de la primera corona de flores puede mantenerse ya sea que estés aquí o
al otro lado del mundo.”
El rostro de Julius volvió a iluminarse. “¿lo dices en serio? ESO ES ASOMBROSO.” Dijo
con emoción, pero de inmediato fingió no estar tan contenta. “Digo…oh vaya. Creo que no tenía opción de todas formas.”
Ohone levantó la ceja con ese repentino cambio de actitud. “Oye. ¿por qué ocultas tus emociones?” Julius volvió a dudar sobre si ser franca. “Bueno. Sí, me gustaría seguir siendo una niña cuando
vuelva a casa. Solo que. No es algo que quisiera que nadie me escuche decir ¿no
te parece raro?”
“Claro que no. Los humanos
suelen ser complejos. Muy distintos entre sí. Pero todos quieren lo mismo, ser
felices. No eres rara por querer ser feliz en esa singular forma. Eres un
humano más.” Dijo el hada. “Y uno más decente que otros que he conocido.”
Julius se quedó sin palabras. No esperaba escuchar palabras de apoyo,
sentía un cosquilleo recorriéndole todo el cuerpo. “Gracias. Muchas gracias.” Dijo sintiendo una gran felicidad.
“No quiero arruinar el momento.
Pero hay un hechizo que sí se desvanecerá.” Dijo el hada. Julius sintió que
un frio recorría su columna. “¿qué es?” preguntó preocupada. “Cuando salgas de las montañas. Tus recuerdos se desvanecerán.
Pero cuando regreses. Tus recuerdos sobre el parque, las hadas y la magia
detrás de todo esto, todo volverá a tu mente.”
Julius se sintió aliviada de que su forma no se viera comprometida. “Es parte del protocolo de seguridad para mantener a salvo este
santuario mágico.” Dijo Ohone. “Bueno. Está bien, aunque
no haría nada que afectase a este lugar mágico. Dijo la joven.
“Julius. Ven. Tienes que
preparar tu maleta.” El llamado de la madre llegó a oídos de su hija. “Bueno. Tengo que irme.” Dijo Julius. “Prometo guardar el secreto…oh y también venir a visitarte en
este bosque.”
“Prométeme algo más
importante.” Dijo el hada. “¿qué es?” preguntó Julius con una
curiosidad entusiasta. “Sé feliz.” Pidió Ohone mientras miraba con
orgullo a la niña frente a ella.
“Lo
prometo.” Julius prometió sonriendo.
FIN
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háganmelo saber ----
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