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Escrita por: “Irene Naridza”
IA Foto hecha
por HOTPOT:
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Amanda era su única amiga y la única a la que le confesó su
secreto. Fue un día que estaban juntos en su casa para hacer un trabajo grupal
de la escuela. Al terminar, él propuso ver una película. Después de
reproducirla fue a su habitación, alegando que se pondría algo más cómodo para
luego hacer canguil.
Jake volvió como Jacky. Usando un vestido simple color
celeste y mallas blancas. Arregló su corto cabello con un par de horquillas
rosadas. Un conjunto que logró robar de casa de su prima en la última reunión
familiar. Al verlo, Amanda abrió mucho los ojos y se quedó sin habla por un
momento. “Eres más femenino que yo.”
Dijo ella. Lo que sorprendió a Jake, porque esperaba que se burlara de forma
grosera.
“Vamos. Trae el canguil.” Agregó
antes de continuar viendo la película. Jake asintió y aún con su corazón
latiendo rápido, fue hasta la cocina donde puso un sobre en el microondas y en
cuestión de segundos estaba de vuelta con dos grandes tazones llenos de canguil
caliente.
“No pongas el tazón sobre el
vestido, lo mancharás.” Aconsejó
ella. “Oh…gracias.” Respondió él
antes de poner un cojín para asentar el tazón. “¿No
te parece raro?” preguntó aún desconcertado por la calma de su amiga.
“Pienso que te ves muy lindo.” Respondió haciéndolo sonreír. “Gracias.”
Desde ese día ella le ayudó a conseguir ropa femenina. Él le
daba dinero a Amanda para que le comprara las cosas y ella se las entregaba
ocultas en bolsas de comida rápida limpias y vacías. Usualmente venían con la
factura donde el logo ‘Grace’s Site’ encabezaba la información de la compra,
entre las que se incluía la dirección de la tienda.
Como Jake era bajito para su edad, era fácil para Amanda conseguirle
algo de su talla. Él ocultaba su ropa de chica en sus cajones, debajo de su
ropa de chico. Usaba diferentes conjuntos mientras estaba solo en casa. A veces
le enviaba fotos a Amanda. Ella se reía en una mezcla de ternura y sorpresa.
Un día, estaban en casa de Amanda para hacer juntos un deber del colegio, el cual no fue difícil. Fue entonces que Jacky pudo probarse conjuntos de Amanda y su madre. “Esas mallas no combinan con esos tacones, además, son muy grandes para ti.” Señaló a su tambaleante amigo. “Oh, y te pusiste la falda incorrectamente. La cremallera va al costado, no al medio.” Jacky siguió con atención sus consejos.
Salió del armario con la falda acomodada, unos zapatos bajos y un suéter con el logo de la mencionada boutique. “Allí venden una gran variedad de ropa. Toda es de chica.” Explicó Amanda mientras se dirigían a la sala.
“Encontré esta película el
otro día.” Ambos se acomodaron en
el sofá. “La veíamos en familia, pero mis papás
la cambiaron al ver de qué trataba. Estoy segura de que te gustará.” Le sonrió mientras aparecían los logos de los
estudios.
Aquella película era de un chico quien, al igual que Jake,
descubría que le gustaban las cosas de chicas. Lentamente se abría a sus padres
y amigos, los cuales lo aceptaban con amor. “Ojalá
fuese cierto.” Comentó Jacky en voz baja al terminar la película. “Definitivamente.”
Contestó Amanda.
Un día, Jake comprobó la dirección de la boutique al pasear
en bicicleta. Condujo hasta un rincón tranquilo de la ciudad, uno que era la
frontera entre el mar de edificios con la zona de departamentos y vecindarios.
Un edificio simple resaltaba entre árboles y puestos de
estacionamiento. Su fachada era robusta y pintada por los colores púrpura,
blanco y rosado. El letrero con el nombre ‘Grace’s Site’ resaltaba por
su fuente manuscrita y por los focos amarillos que le daban el aspecto de ser
dorado.
Días más tarde. Jake y Amanda volvían caminando del colegio.
Charlaban sobre lo complicado que se estaban volviendo las matemáticas y otras
materias. “¿Llevas puestas las mallas?” preguntó
Amanda en voz baja una vez estuvieron en una zona apartada. “Sí. Pero no son las blancas escolares, son unas
anilladas de colores.” Comentó
con una sonrisa.
“Puedo conseguirte el
uniforme femenino si quieres, pero no es barato. No se venden en ningún lugar,
se mandan a hacer.” Ofreció Amanda. “Claro
que quiero. Puedo ahorrar mi mesada. Además, solo necesitaré la falda y la
camiseta.” Contestó sin demora.
“La costurera no suele hacer
prendas sueltas. Pero veré cómo la convenzo.” Dijo antes de despedirse. Jake fue hasta la parada de bus y en
unos minutos ya había llegado a casa. Entró a su habitación donde encontró toda
su ropa de chico esparcida por el suelo. Su ropa de chica no estaba en ningún
sitio.
Con su corazón latiendo fuertemente, buscó a sus padres para
preguntarles qué había pasado. Ellos estaban en su dormitorio con miradas muy
serias. Su madre le dio la noticia de que lo cambiarían de escuela. Su padre se
le acercó y le dijo que habían encontrado todo y que estaban decepcionados de
él. “MI ÚNICO HIJO VARÓN NO HARÁ ESAS COSAS.”
Le dijo sin ninguna ligereza.
Abatido, volvió a su habitación, levantó todo y lo guardó
devuelta en los cajones los cuales ahora eran más espaciosos. La única prenda
que logró guardar fue el par de mallas que llevaba puestas. Las puso dentro de
una funda y las aseguró con cinta en la parte inferior de su armario. Intentó
llamar a Amanda en busca de consuelo, pero ella no contestaba.
La semana siguiente Jake empezó en su nueva escuela que era
solo para varones. No era un mal lugar, pero no se sentía nada cómodo. Aunque
no todos eran muy serios, él no se animaba a hablar con nadie. Aún usaba ese
último par de mallas que le quedaba, era super cuidadoso a la hora de
ocultarlas y lavarlas.
Jake intentó nuevamente hablar con Amanda, esta vez sí
contestó. “Deja de llamarme, no quiero saber de
ti nunca más.” Fueron sus
palabras. Había miedo y tristeza en lugar de ira o molestia. El joven se dio
cuenta de lo obvio, su padre había ido a su casa a quejarse con su familia y ellos
la habrían castigado. Su padre era abogado y sabía cómo intimidar a los demás
usando la ambigüedad de las leyes.
La idea de ir a su casa para intentar arreglar las cosas fue
tentativa, pero entre las tareas académicas y el miedo a represalias, no pudo
juntar el valor necesario. Ver el camino hacia la casa de Amanda desde el
autobús todos los días le resultó doloroso. Ella ya ni siquiera actualizaba la
información y estado de sus redes sociales.
Meses después, reunió valor y se bajó en una parada cercana.
Aún recordaba el horario de trabajo de sus padres, sabía que no estarían allí a
esa hora. Repasaba un par de frases para intentar hablar con ella.
Llegó a aquella casa donde tantas veces había pasado las
tardes siendo Jacky. Golpeó la puerta tímidamente una vez, pero nadie
respondió. Lo hizo una segunda vez, seguía sin respuesta. Al hacerlo una
tercera vez, llamó la atención de una vecina que pasaba por allí. “Ya nadie vive allí.”
dijo con indiferencia.
¿Qué?, ¿Por qué?” preguntó atónito el joven, sin moverse de donde
estaba. “Se mudaron hace un mes.” Explicó antes de volver a sus labores. “¿No sabe a dónde se fueron?” se apresuró a preguntar al verla alejarse. “No. Solo comentaron que vendían la casa. Un día subieron
sus cosas a un camión y se fueron.” La
mujer no le prestó más atención a Jake y se retiró.
Jake se quedó solo en la acera, sin palabras. Se sentía
desolado, no podía dejar de culparse por lo que había hecho. Pese a que sabía de
sobra que nunca sería aceptado y que sus gustos siempre serían problemáticos,
los momentos de elogios y validación de su amiga lo hicieron relajarse y
fantasear con una realidad mejor. Aquel escenario de aceptación de esa película
que vieron juntos. Ignoró que era de una realidad que no era la suya.
Fue él quien dejó intencionalmente su cajón abierto y la
ropa femenina a la vista. Deseaba que sus padres la encontraran. Se imaginaba
hablando con ellos, obteniendo una buena respuesta, su aceptación. Ahora no
tenía la aceptación de nadie.
Continuará...
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---------- Si por allí encuentran alguna falta de ortografía, por favor, háganmelo saber ----------
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GRACIAS POR VER ------------------------------------
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