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-- Escrito por “Irene Naridza”
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----- Parte 3: Platicas
y Medias Verdades -----
“¿Por qué te suspendieron del
colegio, Nadia?” preguntó Jenifer mientras practicábamos con los
ángulos de estiramiento de piernas. Me quedé quieto un momento y tuve que
aferrarme a la barra para no perder el equilibrio.
Miro alrededor del salón de ballet. Jenifer, Olga y yo
estamos en una sección un poco apartada de las demás chicas. Madame Melody les
está dando indicaciones para que puedan realizar mejor el ejercicio. En
especial a Lizbeth, ella es un poco torpe. Vuelvo mi vista a Jenifer intentando
no mostrar nerviosismo.
“Estaba… jugando con una
pelota de Baseball, la lancé muy duro… y rompí el trofeo más preciado del
director.” Contesté tragando
saliva cuando no me veían. Soy un idiota, estaba tan concentrado en estirar mi
pierna a 45 grados que apenas puse atención en la conversación de las chicas donde
hablaban del colegio. Se me escapó mencionar que fui suspendido en el mío.
“Pero eso fue en septiembre.
Ahora ya estoy de vuelta.” Agregué
mientras continuaba el ejercicio. “Eso fue
cuando comenzaron las clases de ballet.”
Comentó Olga, notando la magnitud de la suspensión. “¿Qué estas clases no comenzaron en julio?” preguntó
Jenifer.
“Esas eran clases de verano,
concluyeron en agosto con el evento que se hizo en el patio. Mi mamá convenció
a la tuya para que tomaras estas también. ¿Recuerdas?” Corrigió su prima. “Oh,
sí. Que despistada estoy. Lo que hacen las clases de matemáticas.” Dijo con una risita nerviosa. Eso fue extraño, pero
tiene razón, las matemáticas son agotadoras.
“Entonces ¿Tuviste un mes más
de vacaciones?” pregunta Olga. “Claro que no. me mandaron muchísimas tareas para
compensar el tiempo.” Es un
horror solo recordarlo. “El día que volví mi
mochila pesaba una tonelada. Se aligeró mientras entregaba las carpetas a los
respectivos maestros” terminé de
estirar la pierna izquierda y la dejé en el suelo, sintiendo como los músculos
ardían.
“Saben. Cuando puse la
carpeta en el escritorio del profesor de biología, él se llevó las manos a la
cabeza y salió gritando que renunciaría ya que no le pagaban lo suficiente.” Las
chicas y yo dejamos escapar una risita. “Fue
porque tendría que calificar todo eso en menos de una semana.”
Comienzo a estirar verticalmente mi pierna derecha,
distrayéndome y descuidando mis palabras. “Ojalá
hayan tenido que sacrificar todo su tiempo libre o en familia esa semana
mientras calificaban la montaña de tarea.”
Digo antes de poder contenerme.
Las chicas me miran extrañadas. “¿Por
qué eres tan malvada?” dice Jenifer arrugando el ceño. “Bueno…es una historia un poco larga.” Ya metí la pata. “Vamos,
cuéntanosla.” Me motiva Olga. No
puedo decirles la verdad, pero tampoco quiero mentirles y que esto se haga una
mentira más grande… ¡Ya sé que hacer!
“Antes de la suspensión tenía
unos amigos varones con los que jugaba fútbol.” Les diré solo una parte de la verdad. “Pero cuando volví… ellos eran muy toscos… se burlaron de
mi aspecto… de mi cabello.” Ellos
me llamaron afeminado ya que mantenía el cabello largo y bien cuidado en una
cola de caballo. “Pensé que era una de sus
bromas pesadas. Solíamos hacerlas, pero esta se sintió diferente.” Me lo dijeron mirándome de arriba abajo.
“Al menos me dejaron
conversar con ellos. Hablamos sobre la serie de Super Bolívar.” En efecto, lo hicimos. Pero no dejaban de
interrumpirme. “¿Te gusta super Bolívar? A NOSOTRAS
TAMBIÉN.” dice Jenifer alzando la
voz antes que Olga la hiciera hablar más bajo.
“Lo siento… ¿Sabías que es la
adaptación de una historieta del mismo nombre?” susurra. “¿Una
historieta? Suena genial.” Esto
es increíble, me gustaría leerlos. “¿Qué pasó
después con tus amigos?” Olga nos devuelve a la conversación. Debo
centrarme, las historietas pueden esperar.
“Durante el receso, quería
jugar fútbol con ellos, pero no me dejaron.” Desde que no estaba se
habían conseguido otro chico con quien jugar. Por lo visto era mejor que yo. “Me terminé uniendo a un grupo de chicos que no conocía,
pero al menos así podría estar en el partido.” Fue una mala
decisión.
“No dejaban de taclearme y
quitarme la pelota con bastante fuerza.” Estaban jugando como
animales. “¿Jugabas así con ellos antes?” pregunta
Jenifer. La verdad es que sí lo hacíamos. Creo que algo cambió en mí. “Sí, pero acostumbrarme a volver al ritmo me costó mucho
y ellos no querían bajar la intensidad.”
Madame Melody nos mira
desde el otro lado del salón y asiente en aprobación. Estamos progresando con
los ejercicios.
Esta leve alegría se va cuando recuerdo que cuando les pedí
a los chicos que fueran más despacio, se enojaron y dijeron ‘Si no puedes
jugar como un hombre ve a pintarte las uñas con las niñitas.’ Debí irme, pero quería
continuar en el juego.
“Intenté seguir jugando, pero
me patearon intencionalmente en el tobillo y no pude evitar derrumbarme a
llorar.” Mientras estiraba mi pierna derecha, toqué mi tobillo y sin querer palpé ese
relieve que ya no duele tanto. La patada dejó una cicatriz pequeña, ahora
oculta por las mallas blancas.
“¡Que groseros!” dijo Jenifer. “Sí. Eso
fue una agresión. ¿Se lo dijiste a los maestros?” Olga también estaba indignada. “Allí vino la peor parte.” Digo enfadado. “Aun
cojeando intenté decírselo a los maestros. ¿Qué me contestaron?” Las chicas me miran expectantes por saber la respuesta.
“Si eres tan delicada no
juegues con ellos y asunto arreglado.” remedo la voz de cuarentón del
inspector. Gracias a los caramelos que agudizan mi voz, ese intento es una
imitación más cómica que patética.
“¡Qué insensibles!” dijeron
ellas al unísono. “Cuando el inspector dijo eso,
todos, sin dejar de ver los apuntes en sus mesas de trabajo dijeron; ‘ajá’” ni intentándolo podría imitar ese mugido.
“Tienes razón. Ojalá hayan
pasado horas calificando esas tareas.” Dice
Jenifer mientras examina su ejercicio en el espejo. “No
creo que eso los haya hecho reflexionar. Pero creo que sí arruinó su semana.” Objetó
Olga. No soy exigente, cualquiera de las dos me sirve.
“Cuando volví a casa, mamá
vio la cicatriz. Aún estaba roja y con un moretón alrededor.” Olga palideció y Jenifer dio un respingo. “Ella usó sus habilidades de enfermera; Limpió la herida
con alcohol y una cosa amarilla, luego la vendó.” Recuerdo que me dio un analgésico porque no
dejaba de moverme.
“Tu madre es muy habilidosa.” Dijo Olga, antes de girar a ver a su madre. Madame Melody también es muy talentosa, ya veo porque son amigas, las mentes brillantes piensan igual.
“Claro que lo es, trabaja en una clínica del centro de la ciudad. Antes lo hacía en un hospital público, pero no le pagaban lo suficiente.” Muy poco de hecho. Solo 12 mil maygels al mes. (alrededor de 400 dólares en ese entonces) En la clínica gana casi el triple.
“¿No se quejó con el colegio?” Trato de concentrarme en el ejercicio de ballet
antes de contestar. “Ella tomó un par de fotos a
la herida y fuimos al colegio a reclamar, pero el director se negó a tomar
responsabilidad porque ya no me dolía al caminar.” Esa respuesta
decepciona a las chicas tanto como a mí.
“Al menos ahora sabes con
quien no juntarte.” Comentó Olga.
“¿No hay otras chicas con las que puedas jugar
futbol?” Preguntó Jenifer mientras
estiraba su pierna derecha sin mucho esfuerzo. Sí las hay, pero no son muy
amigables. Cuando lloraba en el suelo por la patada, ellas veían desde la
cancha continua. Levantaban una ceja como si vieran un bicho raro.
“Ellas son muy cerradas con
sus círculos.” El día después de
la patada, ya no hablé con mis ahora ex amigos. Cuando traté de entablar
conversaciones con chicas, todas dejaban de hablar, miraban hacia otro lado y
una me contestaba con un “Charla de chicas,
largo de aquí.” Oh no, dije eso en voz alta.
“Digo, eso me decían cuando
quería acercarme a ellas. Se creen las divinas.” Intento corregirme,
aunque ellas no han notado nada raro. “En
nuestro colegio también hay chicas así. Las populares se creen intocables y que
debes ‘ganarte’ ser su amiga.” Dice
Olga con un tono claro de disgusto.
Regreso mi vista a mi pierna derecha, está estirada a 45
grados. Eso es un logro que me hace sonreír, estoy avanzando. Las campanas que
anuncian el fin de las clases me toman desprevenida. Todas nos sentamos en el
suelo a descansar nuestros músculos por unos minutos.
“¿Con quién jugarás fútbol ahora?” la pregunta de Jenifer me toma aún más desprevenido. “Yo… ya no jugaré fútbol.” No puedes jugar solo, dependes de tener amigos para ello. En el colegio no tengo amigos. Los chicos me rechazan por ser ‘afeminado’ y las chicas me rechazan por ser un chico.
Aquí las tengo a ellas, Olga y Jenifer. Pero a ellas no les
interesa el fútbol, sino el ballet. “Creo que
por ahora me concentraré más en el ballet y en alguno de mis otros pasatiempos.” contesto con sinceridad.
“Tal vez leer sea buena
idea.” Sugiere Olga. “Las historietas de Super Bolívar son una buena opción.”
Dice emocionada Jenifer. “Sí, creo que le daré
un vistazo.” Creo que había un
par en la biblioteca del colegio. Lo comprobaré el lunes.
Continuará...
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----- Si por allí encuentran alguna falta de
ortografía, por favor, háganmelo saber -----
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GRACIAS POR VER ------------------------------------
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