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------ Epílogo – Para ti -----
– Escrito por “Gale Kepler” e “Irene Naridza”
Mercedes ya había
vuelto con las niñas a casa. Metió el auto directo al garaje, no era buena idea dejarlo fuera ni por
un momento. Una vez adentro de la casa, se tumbó en el sofá, estaba exhausta de
tanto bailar.
Se quitó los tacones y se puso unas pantuflas de
algodón bastante cómodas. Siempre reservaba un par en un armario de zapatos
junto a la entrada. Esto alivió sus pies que ya comenzaban a doler un poco. Fue
hasta la cocina y se sirvió un poco de agua.
Entonces regresó a la sala donde su hija y su
sobrina seguían descansando. Le dio un poco de ternura verlas a ambas con sus
lindos vestiditos. – Hora de cambiarse niñas, no
querrán arruinar los vestidos. – Dijo la mujer.
– ¿Podemos tomar un último par de
fotos? – Preguntó Adelaida, queriendo
aprovechar esos últimos momentos con el vestido. Doménica sonrió al escuchar la
idea.
-- Está bien, traeré la
cámara. – dijo Mercedes. – Tomamos un par durante
la boda, pero tienes razón. Hay que usar todo el rollo. – Aseguró la mujer mientras buscaba en
su bolso. Entonces tomó un par de fotos, una tras otra, indicando un par
de poses a replicar.
Madre e hija sentían que sus corazones se derretían con el
nivel de ternura que Adelaida reflejaba en las fotografías.
Mercedes le hizo una seña a su hija. – Ve con tu prima, les tomaré un par de fotos juntas. – Doménica sonrió y de un brinco se unió a
Adelaida. Doménica hacia pose tras pose bastante contenta.
Adelaida ya entendía por qué varias mujeres parecían
gustarles eso. Lucir sus atuendos era algo vanidoso, pero gratificante. – No
siempre puedes verte así de linda – Ahora que Pedro debía ser
Adelaida, supuso que debía aprovechar el momento también.
– Aww, que tiernas se ven – Dijo
Mercedes bastante conmovida al ver que Doménica había abrazado a Adelaida. – Bien, me uniré a ustedes. – Mercedes se puso
entre las dos niñas y se tomó un par de fotos hasta que un sonido familiar
indicó que se terminó el rollo fotográfico. – Duró
más de lo que esperaba. Son más que suficientes. –
La mujer fue a su habitación donde retiró el rollo de la
cámara y lo colocó en su estuche de cartón. Allí le anotó un par de datos con
ayuda de un esfero. – Domingo 20 de abril, 2003.
– guardó el rollo en su cajón y lo cerró con llave.
Entonces ayudó a Doménica y a Adelaida a sacarse
sus vestidos y ponerse algo más cómodo para el resto del día. Era apenas las
15:40 PM.
Adelaida esperaba en
la habitación de huéspedes a que su tía le trajera algo para ponerse. Al final
trajo un poco de ropa de Doménica. Una camisa blanca y un pantalón celeste. – Lo siento, Pedro. Pero tu ropa todavía no está seca.
Aunque, después de usar un vestido, no creo que usar esto sea un problema para
ti. – Dijo al poner la ropa en la cama junto a él.
– Está bien… – respondió Pedro. – Pero… ¿podrías
seguir llamándome Adelaida mientras estoy aquí? – la petición del pequeño tomó por sorpresa a la mujer, pero accedió. – Si lo prefieres así, está bien. – Dijo mientras sonreía.
– Es un nombre lindo después de todo. – agregó.
Mercedes miró como
Pedro sonreía de forma tímida antes de salir de la habitación. Fue hasta la
planta baja.
Al pasar por el
pasillo, encendió una velita en el altar que había hecho en honor para su
difunto esposo, quien había fallecido en un accidente de tránsito pocos años
atrás. Le dio una sonrisa a la foto de su esposo de cuando era joven, la misma
edad de cuando se conocieron.
– Ojalá lo hubieses visto. – Murmuró. Mario había
sido un esposo atento e incluso una persona muy abierta. Siempre defendió el
derecho de las personas a amar como su corazón dijese. De seguir vivo, le
hubiese gustado asistir a la boda de Lurdes y Nadia.
Si bien no estaba
legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo. No había trabas para
tener ceremonias de unión de ese tipo. Lo cual ya era una victoria. Ver la consumación
del amor puro, era algo que siempre celebraba, independientemente del sexo de
los protagonistas.
Lo siguiente que hizo fue
sentarse en el sofá junto a su hija, que había puesto una película para disfrutar
el resto del domingo. A ella le gusto la idea, pues la boda había sido muy agotadora.
Al cabo bajó Pedro con
la ropa usual de Doménica y se les unió a ambas. – Oye, ¿esa es mi ropa dominguera? – dijo su prima. – Vaya. Te queda tan bien como el vestido y eso que
mides poco menos que yo. – Alagó con una sonrisa. – Gracias. – Respondió Pedro.
La siguiente hora fue
de risas y palomitas calientes mientras disfrutaban de la película, una comedia
familiar que se estrenó hace un año, pero que seguía sacando tantas sonrisas
como la primera vez que la vieron.
Cuando esta terminó.
Mercedes decidió hablar de un tema importante con las niñas. –
Adelaida. Si tus padres te preguntan cómo fue la boda, procura no decir que las
que se casaban eran dos mujeres, mucho menos cual fue tu atuendo. – Sugirió la mujer
dando paso a un silencio incómodo en la sala.
– ¿Qué?, ¿por
qué? – preguntaron Pedro y Doménica
al unísono. – Sé que es difícil tener que ocultar este tipo de
cosas. Nadie debería hacerlo. Pero lastimosamente, nuestra sociedad no parece
estar lista para esto. – explicó Mercedes con una
mirada triste.
–
Pero si tratamos de explicarlo, tal vez ellos entiendan. – dijo Pedro, esperanzado. – Lo sé. Pero, algunos adultos son muy rígidos. Ellos no
entenderán de la noche a la mañana algo que siempre han entendido de una sola
forma. – la mujer intentaba
encontrar las palabras para que ellos puedan entender.
– Adelaida. Tus padres no son muy abiertos. Que
sepan sobre esto, solo hará que se molesten. No se trata solo de intentar
convencerlos. Se trata de protegerte a ti de lo que ellos puedan llegar a hacer
si consideran que será lo mejor para, ‘mostrarte el buen camino’ – Mercedes estaba legítimamente preocupada por el futuro de su sobrino.
– De acuerdo, Tía Mercedes. Seré
cautelosa. – Respondió Pedro después de analizarlo un poco. Se dio cuenta de que era
lo mejor, pues conocía a sus padres. No precisamente malas personas, pero
tampoco quería hacer nada que los pusiera a prueba.
– Espero que, de alguna forma, en
algún futuro. Todo esto pueda ser considerado normal, como nosotras ya lo
hacemos. – dijo la mujer. – Eso
no pasará si nos quedamos calladas esperando a que la sociedad cambie sola. – las palabras de Doménica golpearon a su madre con fuerza, eran palabras
con verdad.
Mercedes había
pasado por mucho acoso por algunos vecinos e incluso Doménica había sufrido en
la escuela por intentar proteger a gente homosexual. No podían quedarse
indiferentes, pero era algo agotador.
– Si es tu decisión. Intentar
mostrarle al mundo que está equivocado. No te voy a detener, pero si te
advertiré. Es algo duro, pero también es algo de lo que no te arrepentirás. – Aseguró Mercedes.
Adelaida volvió a
sumirse en sus pensamientos y en los recuerdos de esa misma mañana. La sonrisa
de Lurdes y Nadia fue algo hermoso, tanto como las parejas usuales. Consideraba
que era una felicidad que no debía de negársele a nadie y cualquiera que lo
quisiese, era un villano.
– La vida ya está llena de riesgos. Este
es uno que vale la pena correr. – dijo Adelaida,
poniendo una sonrisa en los rostros de su tía y prima.
JUEVES 20 DE ABRIL, 2023.
Diego y José eran dos hombres que trabajaban
en un pequeño restaurante en la Provincia de Imbabura, Ecuador. Era su propio
emprendimiento que les había tomado varios años para concretar. Ahora, era su
orgullo.
Ahora que tenían su negocio, otro de sus
sueños podía estar entre sus planes. La boda perfecta. Hace ya varios años que
se había legalizado el matrimonio igualitario en el país, aunque la sociedad no
había avanzado de la misma forma.
No tuvieron miedo de anunciarlo a sus
familiares e incluso a un par de clientes usuales que venían a comer en su
restaurante y con los que ya habían establecido una pequeña amistad.
Una noche, mientras organizaban las cuentas
del día. Diego llegó a la oficina con una noticia. – Llegó otro cheque. – dijo con entusiasmo. Sin
siquiera ver el cheque, José supuso de donde provenía. – ¿Es de la Fundación Lurdes? –
Dicha fundación ayudaba económicamente
a personas homosexuales que tuvieran dificultades en sus vidas. Diego y José habían recibido ayuda de la
fundación cuando empezaban con el emprendimiento de su restaurante. Ahora
tenían una caja de propinas destinadas para el mismo fin, era su forma de
devolver el favor.
– No. Pero es de la misma
donante. – Dijo Diego. – Llegó junto a una carta. – se acercó a su prometido
mientras abría la hoja de papel que tenía un corto mensaje.
– Queridos Diego y José – José empezó a leer en voz
alta. – Me he enterado de que han
oficializado su compromiso. Me conmueve ver como su historia ha podido llegar a
no un final feliz, si no a un nuevo comienzo. Una nueva etapa en sus vidas en la
cual estarán el uno para el otro, en una unión más allá de cualquier lazo o
entendimiento común. El amor es algo que solo puede ser descrito por aquellos
quienes lo han experimentado. Y ustedes tienen la fortuna de sentirlo en sus
corazones, todos los días mientras intercambian miradas y unen sus fuerzas para
un mismo fin. Una vida en la que ambos son felices, siendo una sola familia. –
Una lagrima solitaria corría
por la mejilla de Diego, José la limpió antes de continuar leyendo.
– Por mi parte, quería
asegurarme que este fuese un momento especial para ambos. Por lo que he
decidido obsequiarles 3000 dólares para los gastos de su boda. Espero puedan
sacarle el mejor provecho, sé que lo harán. He ido varias veces a su
restaurante. Son excelentes para gestionar su negocio. Un matrimonio es algo
más complejo, pero estoy segura de que podrán hacerlo. Atentamente, Adelaida. –
José tomó de la mano a Diego
mientras veían el cheque. Adelaida era una de las principales donadoras e
incluso una de las fundadoras de la Fundación Lurdes. Sus vidas eran testimonio
del esfuerzo que ella hacía por ver a gente como ellos vivir felices.
Aunque nunca la habían visto,
no había palabras para describir lo agradecidos que estaban. Pero sabían que sí
había acciones. Era la de tener una boda con todos sus seres queridos presentes
y vivir fieles a sí mismos.
Esta historia a llegado a su fin 😊
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-------- Si encuentran alguna falta de ortografía, por favor,
háganmelo saber --------
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