domingo, 15 de diciembre de 2024

HERMANA A POR RETRIBUCIÓN - HISTORIA TG

-- Escrita por “Irene Naridza”

En el pequeño estado de White Rock, existía la Universidad Central del Estado. Construida después de años de solicitudes por parte de los ciudadanos. Esto fue un alivio para los jóvenes y adultos que ya no tendrían que viajar tan lejos para poder acceder a la educación pública de tercer nivel.

Ahora se han introducido nuevas materias optativas. Una de gimnasia y otra de fútbol. No tardó en tener la atención de los estudiantes que decidieron tomarlas como una forma de desestresarse del ajetreo de las tareas académicas.

Las instalaciones estaban recién construidas, por lo que todo era nuevo y reluciente. Los estudiantes de todas las facultades las usaban diariamente.

Sin embargo, había dos manchas en todo esto. Había chicos pervertidos que creían que aún estaban en preparatoria y que sus acciones no tendrían consecuencias graves.

Uno de ellos era Xander. Un estudiante de arquitectura que ya iba en tercer semestre. La idea de tener un gimnasio con sus compañeras era una que le emocionaba mucho. Estaba planeando algo que pronto pondría en práctica.

Todo concluyó un viernes por la tarde en el vestuario de chicas. Mientras se cambiaban después de la clase de gimnasia, una de ellas escuchó el sonido de una cámara de celular haciendo una foto, pero no vio ningún destello.

Marian, una de las chicas que estaba cerca pudo descubrir rápidamente el origen del sonido. Abrió uno de los casilleros que no tenía nadie asignado, normalmente estaría vacío, pero esa vez, allí estaba Xander con una cara de espanto.

“¿¡QUÉ HACES AQUÍ!?” gritó una de las chicas. El sentimiento de pánico y rabia se extendió rápidamente por todo el vestuario. Xander parecía confundido, probablemente no esperaba que lo descubrieran allí.

Intentó escapar, pero rápidamente, las chicas fornidas de las clases de fútbol lo retuvieron. “Oh no, tú no te irás a ningún lado.” Exclamó una de ellas con furia.

“Hay que llamar al decano.” Dijo otra de las chicas que se cubría rápidamente. “Sí, esto es razón suficiente como para expulsarlo.” Dijo otra. “¿Expulsarlo? Va a ir a prisión por acoso.” Exclamó una chica que había corrido hacia el otro lado del muro de casilleros buscando privacidad.

“ESPEREN” Exclamó una chica pelirroja. “¿No es él un miembro de esa molesta fraternidad?” empezó con su idea. “¿Esa la que es intocable?” preguntó una chica rubia.

Le dieron un detenido vistazo y se dieron cuenta. “Demonios, es verdad. Es el hijo de ese empresario.” Dijo una de las chicas con frustración.

Esa era la otra mancha de La Universidad Central del Estado. Era la única universidad en ese estado. Ni siquiera instituciones privadas se habían aventurado allí. Si a eso se le sumaba la obligación constitucional del estado a garantizar la educación pública. Se terminaba teniendo gente de todas las clases sociales y con todo tipo de historiales.

Ese no era en absoluto un problema. El problema llegaba en la poca y deficiente atención del estado. Que sentían que con haber construido y financiar paupérrimamente la universidad ya habían hecho demasiado. Lo cual llevaba a que quejas de acoso fueran archivadas por lo lento del proceso.

La Fraternidad Alfa era una conformada por chicos de esa universidad. La mayoría eran ricos, otros pertenecían a la clase media, clase media baja e incluso por debajo. Estos últimos estaban dispuestos a humillarse con tal de pertenecer a ese ‘exclusivo’ entorno.

Xander era uno de los jóvenes ricos. Su padre, un hombre ocupado y trabajador, ya estaba acostumbrado a lidiar con el mal comportamiento de su hijo desde la escuela primaria.

No sería la primera vez que el padre de Xander mandase a algún mayordomo a pagar la fianza con un cheque grande por delitos de acoso. “Solo no mates a nadie. No puedo salvarte de algo así.” Era lo que su padre le decía con despreocupación.

Esto lo sabían todos en la universidad, pues Xander disfrutaba de contar sus anécdotas criminosas como si fueran algo admirable en lugar de algo de que avergonzarse. Las chicas, sabiendo esta información estaban suspirando de frustración. El mal pagado decano no dudaba en aceptar sobornos para sancionar levemente a estudiantes problemáticos.

“El decano lo enviará a recoger basura del estacionamiento.” Dijo molesta la chica rubia. “Ni siquiera eso. De seguro le pedirá a uno de sus descerebrados amigos de la fraternidad que lo haga por él a cambio de unos pocos billetes.” Dijo la pelirroja.

“Esto es injusto. Hagamos lo que hagamos, él se saldrá con la suya.” dijo la deportista resoplando. “Chicas, chicas. Vamos déjenme ir, esto no...” trató de decir Xander, pero una de las chicas que lo retenían presionó su muñeca para que se callara. Lo que funcionó rápidamente.

“No podemos dejar que esto se quede así.” dijo la chica pelirroja. Marian, quien tenía una pose pensativa, de repente tuvo una expresión de que una gran idea había sido iluminada en su mente. “Oigan. Si de todas formas él saldrá impune. ¿Por qué no le damos un escarmiento que jamás olvide?” dijo ella.

“¿Cómo qué?, ¿te refieres a golpearlo? Porque si es así, yo tomo clases de boxeo los sábados. Tengo un fuerte gancho izquierdo.” dijo una de las chicas que lo sujetaba. Marian negó con la cabeza. “Es algo más.” hizo señas para que las chicas se acercaran a ella. Todas lo hicieron excepto las que lo sujetaban. “Hey, ¿qué están murmurando?” dijo Xander antes que la presión volviese a callarlo.

Para su consternación, las chicas dejaron de murmurar para ponerse a reír malévolamente. “Esa idea me encanta.” Las chicas miraban fijamente a Xander. “¿Qué?... ¿qué es lo que quieren? Chicas yo no...” Xander no pudo decir más. Marian se había escabullido por detrás de donde lo tenían sujetado las deportistas y usado un calcetín para amordazarlo. “No más quejas de tu parte, rufián.” dijo con voz severa.

Mientras tanto, las otras chicas comenzaron a buscar entre sus casilleros.

En cuestión de segundos, tenían listo un conjunto de gimnasta. Que era un leotardo blanco y unos leggins negros. “No, esto no combinará.” dijo la pelirroja. “Tienes razón. El uniforme de gimnasia de la universidad es feo.” dijo la chica que lo sostenía. Xander no pudo hacer más que retorcerse, pero fue reprendido por sus captoras rápidamente.

“Esto está mejor.” El mismo leotardo blanco, pero esta vez con una falda a cuadros negra con blanco y mallas negras. “Bien, hora de vestir a Xindy.” dijo la rubia. “No tan rápido. Nos hará falta esto.” Marian apareció con un sujetador negro y calcetines. “Queremos que Xindy se vea realista ¿no?” sonrió al resto de chicas que estaban emocionadas.

Xander intentó pedir ayuda o escapar. Pero las deportistas mantenían firme su agarre. La chica rubia sumó una peluca de su mismo color que tenía guardada en su casillero. Un grupo de chicas lo sujetaba mientras el resto lo vistió prenda por prenda.

“Creo que tu padre debió pagarte un gimnasio o clases de boxeo. Así hubieras producido más testosterona. Solo mírate.” dijo la pelirroja al sacar un espejo de bolsillo para que Xander se viera a sí mismo.

Xander no solo estaba usando ese atuendo femenino y una peluca realista, si no luciendo unos pechos falsos gracias al sujetador acolchado y los calcetines. No podía creer lo que veía. Se veía como una verdadera chica, una asustada.


“Bien, ahora la cinta.” dijo Marian al sacar distintos rollos de distintos colores. Recientemente tenía un pequeño negocio de papelería informal. Llevaba varios suplementos en su mochila.

Xander intento forcejear nuevamente, pero esta vez más chicas se sumaron a sujetarlo. Se repartieron los rollos de cinta y empezaron a atarlo. Unas lo sujetaban de manos y piernas mientras otras lo envolvían con cinta. A la final, Xander termino con sus tobillos, rodillas, y muslos envueltos en cinta.

Sus brazos permanecían atados de forma horizontal tras su espalda. Una de las chicas incluso le puso calcetines en sus manos para envolverlas en cinta, creando mitones que le impedirían usar sus dedos. Marian daba los últimos toques envolviendo cinta alrededor de su falso pecho y manteniendo sus brazos unidos a su espalda.

“Tomaste la decisión equivocada.” dijo ella, acompañada del rasgar de la cinta. Xander podía sentir como la presión aumentaba, con cada vuelta.  Pero cuando Marian terminó con su pecho, sintió que algo se aflojaba, era su mordaza. “Auxi...” Xander intentó inútilmente pedir ayuda. Marian introdujo la media en su boca y la mantuvo allí con su mano, con la otra recogió el cabello de la peluca rubia.

La pelirroja la ayudó envolviendo su boca con un rollo de cinta blanca, que no solo hizo imposible que escupiera las medias, si no que sus murmullos fueran más inaudibles. Aun así, Xander intentaba gritar y sacudirse.

“No exageres. Estaban limpias.” dijo Marian mientras la pelirroja cortó la tira del rollo y la ajustó al rostro de Xander, satisfecha con la mordaza. Entonces Marian soltó el cabello de la peluca, dejándolo caer y ocultar que la cinta envolvía desde los labios hasta la nuca del pervertido.

Finalmente, las chicas lo soltaron. Xander forcejeo ferozmente entre sus ataduras, pero la cinta era muy firme, no podía hacer más que retorcerse en el suelo, causando la risa de las chicas presentes. 



“Se mueve como el gusano que es.” dijo una de las deportistas antes de volver a reír.

“Yo diría que luce más como una damisela en apuros.” dijo la pelirroja. “Créeme, lo será.” dijo Marian. Los ojos de Xander se llenaron de terror mientras veía que las deportistas lo sujetaban del torso y piernas para levantarlo.

“Rápido. A esta hora los chicos siguen en futbol. El vestidor está vacío.” dijo la rubia. Xander vio que salían del vestidor de chicas al pasillo que daba hasta la salida, pero entonces giraban hasta el pasillo que dirigía al vestidor de chicos. Xander intentó suplicar que no lo llevasen allí, pero solo podía emitir murmullos ininteligibles.

Llegaron al vestidor vacío y lo acostaron en uno de los bancos. Las chicas lo sujetaron al banco del medio, pasando la cinta por su abdomen. Al terminar vieron a 'Xindy' forcejear en intentar librarse, pero no tenía escapatoria del banco ni de sus ataduras.

“Tus estúpidos amigos de la fraternidad estarán aquí pronto. Es una lástima que no estaremos aquí para ver cómo reaccionan al ver a uno de sus miembros como una linda chica.” Marian sonreía satisfactoriamente.

“Los rumores vuelan en esta universidad. Uno de ellos dice que el líder está cansado de ti.” dijo la chica pelirroja. “Y que andan urgidos por una chica. Creo que serás una agradable sorpresa.” dijo la rubia. “Buena suerte en ese entorno, Xindy.” dijo Marian antes de salir junto a las chicas.

Sus risas se alejaron hasta quedar en silencio. En todo ese tiempo Xander forcejeó intentando soltar sus brazos o librarse del banco. Pero era inútil, la cinta era muy resistente. Su corazón empezó a latir con fuerza cuando escuchó las estruendosas risas de sus compañeros. Su cara de puso roja por la vergüenza que se avecinaba.

Cuando la puerta se abrió y los chicos entraron, las risas se detuvieron de golpe. La mirada de Xander se cruzó con la de Tomas, el líder de la fraternidad. Ninguno pudo decir o intentar decir palabra alguna por incomodos y largos segundos.

Entonces Xander intentó pedir ayuda, pero sus palabras terminaron nuevamente en meros murmullos. Se detuvo al ver que Tomas esbozaba una sonrisa. Ver a las chicas sonreír era inquietante, pues no sabía que planeaban. Pero ver al líder de la fraternidad sonreír era directamente aterrador. Xander leyó las intenciones de Tomas, las cuales no eran nada agradables.

“Desaten a esta lindura del banco y pónganla en el maletero de mi auto. Esta noche tendremos una fiesta especial.” Ordenó haciendo que los otros chicos obedecieran de inmediato. Esta vez, Xander forcejeo y gritó con todas sus fuerzas. Pero la cinta que lo aprisionaba hizo inútiles todos sus esfuerzos. Sumado a que los chicos que lo cargaban eran hasta más fuertes que las chicas deportistas, hizo que su destino estuviese sellado.

Mientras pasaban por el pasillo hacia la salida. Xander vio que las chicas se habían quedado en su lado viendo satisfechas como se lo llevaban. “Gracias por el regalo chicas.” dijo Tomas. Pero no recibió respuesta. Las chicas estaban ocupadas riéndose.

Xander forcejeaba frenéticamente. Pero se detuvo al notar una cara muy familiar entre las chicas. Un rápido escaneo de su cerebro a sus memorias le hizo recordar a Danny. La chica que estaba con Marian esa vez en el lago cuando su hermano Daniel huyó de uno de los retos de iniciación en la fraternidad.

La había visto recientemente en el campus como una estudiante más. Danny estaba junto a Marian, la rubia y la pelirroja. De las cuatro era la que más sonreía de satisfacción. Sus dientes brillaban como perlas y sus ojos no se apartaban de él. Estaba disfrutando del momento.

Los puntos se conectaron rápido. Marian no tenía más amigas que sus compañeras de piso. La rubia y la pelirroja. Coincidentemente, esa tal Danny se parecía Daniel, su hermano. Xander no recordaba haberse metido al vestidor de chicas para fisgonear.

Un último recuerdo llegó a su mente. Danny, siendo inusualmente simpática con él, invitándole a un café. Luego, todo fue borroso hasta que despertó en un lugar estrecho con un celular dañado que emitiera un sonido extraño. Xander se dio cuenta. Todo fue su trampa.

Volvió a sacudirse e intentó llamar la atención de los chicos, pero no pudo emitir una sola palabra. Para su mala suerte, el estacionamiento fuera del gimnasio estaba vacío. Nadie vio cuando cargaban a esa damisela en apuros en la cajuela del auto negro más cercano.

Era ese mismo estacionamiento donde varias veces Xander lo hizo recoger basura por él. No solo allí. Xander sabía que Tomas, aunque era un líder natural, era de una familia de escasos recursos. Xander se aprovechaba de esa necesidad para tener un sirviente personal. Pero con el paso de los meses, los miembros de la fraternidad fueron prefiriendo a Tomas como el líder.

Desde entonces, Tomas siempre quiso tener la oportunidad de vengarse del niño rico, pero no encontraba la forma adecuada a su sed de venganza, hasta hoy. Xander con lágrimas en los ojos intentó suplicarle a Tomas. Pero este se lamió los labios antes de cerrar la cajuela y poner en marcha el automotor hasta la casa de la fraternidad.

 

Continuará...

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